Héroes españoles

Blas de Lezo y Olavarrieta 




Blas de Lezo y Olavarrieta (1689–1741) fue un almirante español conocido como “Patapalo” o “Mediohombre” por las muchas heridas sufridas a lo largo de su prodigiosa vida militar, convirtiéndose en uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española.

Con apenas 12 años se enrola como guardia marina al servicio del conde de Toulouse, hijo de Luís XIV. Se integró en la armada francesa, en ese momento aliada de España en la Guerra de Sucesión, que acababa de empezar tras la muerte de Carlos II sin descendencia.

La escuadra francesa salió de Tolón y en Málaga se unieron algunas galeras españolas mandadas por el conde de Fuencalada. Frente a Málaga se produjo en 1704 la batalla naval más importante del conflicto. En dicho combate se enfrentaron 96 naves de guerra franco-españolas, sumando un total de 3.577 cañones y 24.277 hombres, y la flota anglo-holandesa, compuesta por 59 navíos y 6 fragatas, sumando un total de 3.614 cañones y 22.543 hombres. La batalla dio como resultado 1.500 y 2.700 bajas en uno y otro bando, respectivamente. 

Blas de Lezo participó en aquella contienda batiéndose de manera ejemplar, hasta que una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar, sin anestesia, por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió ningún lamento durante la operación. Debido al valor demostrado tanto en aquel trance como en el propio combate, fue ascendido a Alférez de Bajel de Alto Bordo por Luis XIV. Se le ofreció ser asistente de cámara de la Corte de El Rey, pero lo rechazó, pues ambicionaba conocer las artes marineras y convertirse en un gran comandante.

Continuó patrullando el Mediterráneo, apresando numerosos barcos ingleses y realizando valientes maniobras con un arrojo inusitado. En 1706 se le ordena abastecer a los sitiados de Barcelona al mando de una pequeña flotilla. Sirviéndose de su aguda inteligencia, realiza brillantemente su cometido escapando una y otra vez del cerco que establecen los ingleses para evitar el aprovisionamiento. Para ello deja flotando y ardiendo paja húmeda con el fin de crear una densa nube de humo que ocultase los navíos españoles. Además, cargó sus cañones con unos casquetes de armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados, prendieron fuego a los buques británicos. Los ingleses se ven impotentes ante tal despliegue de ingenio. 

Un hecho muy destacable en su vida ocurrió en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, donde combate desde tierra firme contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le aloja en el ojo izquierdo, que explota en el acto, perdiendo así para siempre la vista del mismo.

Tras una breve convalecencia es destinado al puerto de Rochefort, donde lo ascienden a Teniente de Guardacostas en 1707. Allí realizará otra gran gesta rindiendo en 1710 una decena de barcos enemigos. Por estas fechas tiene lugar el combate con el Stanhope mandado por John Combs, que lo triplicaba en fuerzas. Se mantuvo un cañoneo mutuo hasta que las maniobras de Lezo dejaron al barco enemigo a distancia de abordaje, momento en el que ordenó lanzaran los garfios para llevarlo a cabo. 

El abordaje de los españoles era una temible maniobra ofensiva, que los ingleses temían particularmente: los navíos españoles cañoneaban de cerca, tras lo cual lanzaban garfios y abordaban el navío contrario, buscando el cuerpo a cuerpo, hasta la rendición del enemigo. De este modo, con tripulaciones muy inferiores en número, los barcos españoles lograban apresar otros con mucha mayor dotación. Blas de Lezo se cubrió de gloria en tan fenomenal enfrentamiento, en el que incluso es herido, siendo ascendido a Capitán de Fragata.

En 1712 pasa a servir bajo las órdenes de Andrés de Pes. Este afamado almirante quedó maravillado ante la valía de Lezo y emitió varios escritos que le valieron su ascenso a Capitán de Navío. Posteriormente participó en el asedio de Barcelona al mando del Campanella, en el que en 1714, al acercarse con demasiado ímpetu a sus defensas, recibe un balazo de mosquete en el antebrazo derecho, quedando la extremidad sin apenas movilidad hasta el fin de sus días. Con solo 25 años, el joven Blas de Lezo estaba tuerto, manco y cojo. En 1715, ya repuesto de sus heridas, se dirige con una gran flota a reconquistar Mallorca, que se rinde sin un solo disparo. 

Tras una travesía por el Caribe, en 1730 regresó a España y fue ascendido a jefe de la escuadra naval del Mediterráneo. Habiendo surgido diferencias con la República de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel Estado, y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió, como satisfacción, el pago de los dos millones de pesos pertenecientes a España que se hallaban retenidos en el Banco de San Jorge, además de un homenaje a la bandera real de España. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que buscaban el modo de eludir la cuestión del pago, fijó un plazo, transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Los dos millones de pesos recibidos fueron enviados, por orden del rey, medio millón para el infante don Carlos y el resto fue remitido a Alicante para sufragar los gastos de la expedición que se alistaba para la conquista de Orán. En reconocimiento de sus servicios a El Rey, este le concede en 1731 como estandarte para su capitana la bandera morada con el escudo de armas de Felipe V, las órdenes del Espíritu Santo y el Toisón de Oro alrededor y cuatro anclas en sus extremos.

En 1732 mandó una expedición a Orán con 54 buques y 30.000 hombres, conquistando la ciudad. Cuando se marchó, Bay Hassan logró reunir tropas y sitiarla. Lezo retornó en su socorro con 6 navíos y 5.000 hombres, logrando ahuyentar al pirata argelino tras una reñida lucha. No contento con esto, persiguió su nave de 60 cañones, que se refugió en la bahía de Mostagán, baluarte defendido por dos castillos fortificados y 4.000 hombres. Ello no amedrentó a Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes, incendiándola y causando además graves daños a los castillos. Patrulló después durante meses por aquellos mares, impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Estambul, hasta que una epidemia lo forzó a regresar a la ciudad de Cádiz.

La flota inglesa, la agrupación de buques de guerra más grande que hasta entonces había surcado los mares (2.000 cañones, 186 barcos y 23.600 combatientes), superaba en más de 60 navíos a la Gran Armada de Felipe II. Esta flota ha sido la segunda más grande de toda la historia, después de la armada que atacó las costas de Normandía en la Segunda Guerra Mundial, y sitió la ciudad de Cartagena de Indias que estaba bajo dominio español. Para hacerse idea del mérito estratégico de la victoria, basta decir que las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000. Blas de Lezo, sin embargo, contaba con la experiencia de 22 batallas. El sitio de Cartagena de Indias fue una gran victoria con una enorme desproporción entre los dos bandos.

Tan colosal derrota de los ingleses aseguró el dominio español de los mares durante más de medio siglo hasta que lo perdió en Trafalgar Humillados por la derrota, los ingleses ocultaron monedas y medallas grabadas con anterioridad para celebrar la victoria que nunca llegó. Finalmente, Blas de Lezo falleció en Cartagena de Indias a finales de 1741 al contraer la peste, enfermedad generada por los cuerpos insepultos ocasionados por los sucesivos combates.



Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar





Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (1453–1515) fue un noble, político y militar al servicio de los Reyes Católicos llamado "el Gran Capitán" por sus excelentes dotes en el arte de la guerra. 

Fiel a la causa isabelina, inició la carrera militar que le correspondía a un segundón de la nobleza en la Guerra de Sucesión Castellana, donde sobresalió como soldado en el sitio de Tájara y la conquista de Íllora. Espía y negociador astuto, se hizo cargo de las últimas negociaciones con el monarca nazarí Boabdil para la rendición de la ciudad a principios de 1492. En recompensa por sus destacados servicios, recibió una encomienda de la Orden de Santiago, el señorío de Órgiva y determinadas rentas sobre la producción de la seda granadina, lo cual contribuyó a engrandecer su fortuna. 

El "Gran Capitán" fue un genio militar excepcionalmente dotado que, por primera vez, manejó combinadamente la infantería, la caballería y la artillería, aprovechándose del apoyo naval. Supo mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que había elegido como más favorable. Revolucionó la técnica militar mediante la reorganización de la infantería en coronelías. Idolatrado por sus soldados y admirado por todos, tuvo en su popularidad su mayor enemigo.



Don Pelayo




Don Pelayo (718–737) adquirió un gran valor histórico por frenar la expansión de los musulmanes hacia el norte, comenzar la Reconquista derrotando a los árabes en la batalla de Covadonga y fundar el reino de Asturias. 

En Asturias se habían refugiado multitud de cristianos huyendo de los árabes invasores. Nobles y plebeyos, olvidando diferencias de clase, decidieron unirse para combatir al enemigo común, sin importarles lo desigual de la lucha que iban a emprender. Su primer acto fue elegir un caudillo que reuniera las excepcionales cualidades que aquellas circunstancias tan graves requerían. Todos pusieron los ojos en Don Pelayo, príncipe de la real sangre de los duques de Cantabria, que a la nobleza de la estirpe unía la fama de sus hazañas y que fue elegido rey, en cuya persona se anudó la monarquia gótica.

Al tener noticia Don Pelayo y los suyos de que venía Alkama, un general árabe, con un poderoso ejército, algunos se atemorizaron, mas don Pelayo levantó el ánimo de todos preparándose para la lucha. Distribuyó sus tropas por las alturas y lugares estratégicos y él se parapetó en el monte Auseva, donde se hallaba una cueva en la que se veneraba una imagen de la Santísima Virgen.

En Covadonga se encontraban dos ejércitos de dos pueblos antagónicos, dos razas distintas, dos civilizaciones dispares, dos religiones que aspiraban a difundirse por el mundo: una estaba simbolizada por la media Luna, y la otra, por la Cruz. La suerte estaba echada, bien lo sabían los cristianos y su caudillo. De aquella batalla dependía su suerte. Escasas eran sus fuerzas y las del enemigo numerosas y bien armadas. Los cristianos se hallaban derrotados y deprimidos, los árabes victoriosos y arrogantes. Humanamente hablando, el resultado de la batalla no ofrecía duda: los cristianos serían aniquilados y España quedaría para siempre bajo el dominio musulmán. Sin embargo, los cristianos habían puesto toda su confianza, no en sus reducidas fuerzas, sino en su caudillo Don Pelayo y en la protección de la Santísima Virgen.



Álvaro de Bazán y Guzmán





Álvaro de Bazán y Guzmán (1526–1588) fue un militar y almirante que, a causa de su valentía y éxito en la guerra, se convirtió en Caballero de la Orden de Santiago y Marqués de Santa Cruz. 

La vida militar de Álvaro de Bazán va indisolublemente unida a los principales hechos de armas de la marina. Fue hombre de confianza de Felipe II y nombrado Capitán de la Mar Océana y Almirante de la Marina. Sus campañas más destacadas fueron:

• La derrota de la armada francesa en aguas de Galicia.

• La reconquista del Peñón de Vélez de la Gomera.

• El socorro a la isla de Malta.

• La batalla de Lepanto. 

• La batalla naval y ocupación de la isla Tercera en las Azores. En esta batalla se emplearon por primera vez en la historia fuerzas de infantería de tierra para la ocupación de playa y terreno, lo que se considera como "el nacimiento de la Infantería de Marina". 

Estuvo al mando de la escuadra de reserva con una decisiva actuación en la batalla de Lepanto. Se cuenta que ganó el título de Marqués de Santa Cruz cuando El Rey se compadeció de él al verlo estar al sol y le mandó cubrirse. Al agradecérselo, el monarca le dijo: "Por el sol, señor marqués, por el sol". Le sorprendió la muerte en Lisboa, cuando se ocupaba de la preparación de la Grande y Felicísima Armada.


Juan de Austria




Juan de Austria (1547–1578), hijo del emperador Carlos I de España, fue un militar y diplomático durante el reinado de su hermano por vía paterna, Felipe II. En 1565 los turcos atacaron Malta. Para acudir en su defensa, se formó una flota en el puerto de Barcelona, a la que solicitó a El Rey permiso para unirse a la armada, pero le fue denegado. A pesar de ello, escapó de la corte y se dirigió a Barcelona, sin poder alcanzar la flota. Solo una carta de su hermano le hizo desistir de su plan de cruzar por el sur de Francia hasta llegar a tierras italianas y alcanzar los buques de guerra españoles. 

Un decreto en 1567 obligaba a los moriscos que vivían en el Reino de Granada a abandonar totalmente sus costumbres: lengua, vestidos y prácticas religiosas. La aplicación de la norma provocó una rebelión llevada a cabo por unos doscientos pueblos. El Rey nombró a Juan de Austria Capitán General, es decir, comandante supremo de las fuerzas reales. 

La política de deportación agravó la situación. Para lograr mayor efectividad, don Juan solicitó a su hermano autorización para pasar a la ofensiva. El Rey se la concedió y don Juan salió de Granada al frente de un ejército. A finales de 1569 había logrado pacificar Güéjar y puso sitio a Galera. Ordenó el asalto general, haciendo uso de la artillería y de estratégicas minas. En 1570 entró en la villa, mató a sus habitantes y la asoló, sembrándola de sal.

En 1570 negoció la paz y efectuó las últimas campañas para doblegar a los rebeldes. Un año después Felipe II firmó el decreto de expulsión de todos los moriscos del Reino de Granada. Las cartas de don Juan describen estos exilios forzosos de familias enteras, mujeres y niños, como la mayor "miseria humana" que pueda retratarse.

En 1570 Felipe II aceptó unirse a Venecia y a los Estados Pontificioes para combatir contra los turcos. A la Monarquía Española le interesaban objetivos cercanos como Túnez, pero los otros coaligados se inclinaban por la defensa de Chipre. Aunque no pudo determinar el objetivo de la flota, Felipe II sí impuso el mando a don Juan de Austria. 

Juan de Austria convocó consejo de guerra en su nave capitana para decidir el curso de la acción. Una derrota de la Liga significaría dejar absolutamente desprotegidas las costas mediterráneas de España e Italia frente a los turcos. Don Juan defendió la idea de una guerra agresiva: buscar a la flota turca allá donde estuviera y destruirla. Este era el plan apoyado por marinos expertos, como Álvaro de Bazán. Dicha estrategia logró imponerse a las posturas más moderadas.

La batalla se libró en 1571 en el golfo de Lepanto, donde los turcos se habían refugiado. La actuación de don Juan de Austria fue decisiva para la victoria de la Liga, por su resuelta búsqueda de la victoria y su valentía personal en este tipo de batallas, mezcla de naval y terrestre, pues una vez abordadas las naves se luchaba cuerpo a cuerpo. Se produjo una ganancia inmediata en forma de botín, obteniéndose un impresionante número de galeras. Con ellas, la flota española se hizo la más poderosa del Mediterráneo, si bien no pudo explotar esa ventaja debido a la escasez de remeros. En efecto, don Juan de Austria liberó a los quince mil cristianos que remaban en las galeras turcas. La victoria de Lepanto transformó a don Juan de Austria en un héroe en el contexto europeo.



 Daoíz y Velarde




Con los nombres de Daoíz y Velarde se suele hacer referencia a los capitanes Luis Daoíz y Pedro Velarde, oficiales de artillería del cuartel de Monteleón que se sumaron al Levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra las tropas francesas de Napoleón. 

Aportaron al movimiento popular el espíritu de "Estado Nacional" para que se uniesen a ellos en contra de los franceses no solo el pueblo de Madrid, sino el ejército y demás estamentos. Sin ningún tipo de refuerzos, resistieron hasta la muerte, sin apoyo de la Junta de Gobierno ni de los propios militares. Lucharon por España y murieron con honor.



Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel






Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel (1507–1582) fue un noble, militar y diplomático español cuya hoja de servicios a España y a la Corona es simplemente increíble. Fue hombre de confianza de los reyes Carlos I y Felipe II, mayordomo mayor de ambos y miembro de sus Consejos de Estado y Guerra. Se encargó del gobierno del Ducado de Milan, del Reino de Nápoles, de los Países Bajos y del Reino de Portugal. Entre sus muchos títulos destacan: III Duque de Alba y de Huéscar, Marqués de Coria, Conde de Salvatierra y de Piedrahita y Señor de Valdecorneja, Grande de España y Caballero del Toisón de Oro. 

Este fino estratega, político sagaz y hombre inflexible con la disciplina, pues castigaba los excesos injustificados de sus tropas contra la población, ha sido uno de los mayores generales de la historia, distinguiéndose especialmente en La Jornada de Túnez y en batallas como Mühlberg, Jemmingen y Alcántara. Eternizó su memoria tratando apaciguar la sedición de los Países Bajos, donde actuó con gran rigor castigando a los rebeldes, instituyendo el célebre Tribunal de los Tumultos y derrotando repetidamente a las tropas de Guillermo de Orange y Luis de Nassau en la Guerra de los Ochenta Años. 

Coronó su carrera ya anciano, conquistando Portugal para Felipe II. Recibió una Rosa de Oro del Papa Pablo III como premio a sus esfuerzos en favor del catolicismo. Fue camarada de armas, amigo y protector del poeta y soldado Garcilaso de la Vega, que dedicó parte de su Égloga II a ensalzar a la Casa de Alba y su Gran Duque.



Cosme Damián Churruca y Elorza 





Cosme Damián Churruca y Elorza (1761–1805) fue un científico, marino y militar de la Real Armada Española. Pidió el mando del navío San Juan Nepomuceno y el gobierno accedió a la demanda, añadiendo a la concesión la facultad de arreglar el repartimiento interior y su armamento sin sujeción a reglamento alguno. A bordo de este navío participaría en la batalla de Trafalgar, donde moriría y alcanzaría hasta la admiración de sus enemigos. 

El general Gravina lo designó, como puesto de honor, ser el cabeza de la vanguardia de su escuadra de observación. Como siempre, realizó la misión con los mejores méritos y a su llegada a Cádiz redobló sus esfuerzos en conseguir, a base de instrucción, el adiestrar magistralmente a toda su tripulación.

Reunidas las escuadras española y francesa en el puerto de Cádiz, se hicieron a la mar desde este con rumbo a Martinica, donde se apoderaron del fuerte y del peñón del Diamante y apresaron a un convoy británico de quince velas. El almirante francés Villeneuve, al saber de la presencia del militar inglés Nelson en las Antillas, dio por hecho que había conseguido su objetivo, que no era otro que el atraer a la otra orilla del Atlántico a las fuerzas navales británicas, por lo que ya habría menos en Europa, así que decidió regresar.

En el cabo de Finisterre se encontró con la escuadra del almirante Calder, con la que entabló combate, siendo derrotados los españoles por la desidia y mal gobierno del comandante en jefe de la escuadra combinada, Villeneuve. Al enterarse Napoleón de lo acaecid, dijo: "Los españoles se han portado como leones, pero de su almirante solo se oyeron improperios".

La escuadra combinada entró en Ferrol después del combate, dirigiéndose a continuación a La Coruña. Desde este puerto pusieron rumbo a Cádiz, desoyendo la orden tajante de Napoleón de ir a Brest. Pese a la opinión contraria de Churruca, Villeneuve abandonó la bahía de Cádiz para dar alcance a Nelson a la altura del Cabo de Trafalgar en 1805. Antes de hacerse a la ma, Churruca escribió a su hermano una carta diciéndole:

Navío San Juan en Cádiz a 11 de octubre.

Querido hermano: desde que salimos de Ferrol no pagan a nadie ni aun las asignaciones, a pesar de estar declaradas en la clase del prest del soldado, de manera que se les debe ya quatro meses y no tienen ni esperanza de ver un real en mucho tiempo; aquí nos deben también 4 meses de sueldo y no nos dan un ochavo, sin embargo de que nos hacer echar los bofes trabajando: con lo que no puedo menos de agradecer mucho el que hayas libertado a Dolores de los apuros en que se andaría para pagarte los 1.356 reales que te los libraré yo luego que pueda; entretanto, he encontrado en Ferrol a un amigo rico que socorrerá a Dolores con quanto necesite, y quedo tranquilo con haver asegurado ya su subsistencia decentemente. Estos son los trabajos de los que servimos al Rey, que en ningún grado podemos contar sobre nuestros sueldos. Si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, di que he muerto".


Amaneció el infausto día y, estando a la vista del enemigo, Churruca mandó clavar la bandera y solo se arrió a su muerte. En el transcurso de este combate naval se puso en práctica por la escuadra inglesa el sistema de banderas, así como una maniobra llamada "T cruzada", que hoy se estudia como clásica en todas las academias navales. Al mando del San Juan Nepomuceno, frente a seis buques ingleses, Churruca dio muestras de precisión en el tiro, arrojo y eficacia, pese a lo cual, tras ser alcanzado por una bala de cañón que le voló la pierna, falleció ante la admiración de sus enemigos que tuvieron el barco en Gibraltar expuesto a los visitantes con el nombre de Churruca en letras de oro escrito sobre su camarote.

Su navío fue remolcado a Gibraltar, siendo uno de los pocos que pudieron enseñar los británicos como trofeo del combate. Durante muchos años lo conservaron, manteniendo la cámara del comandante cerrada y con una lápida en que se leía el nombre de Churruca en letras de oro y, si algún visitante pretendía entrar, se le advertía que se descubriera para poder hacerlo, como si aún estuviera presente don Cosme Damián Churruca y Elorza, brigadier de la Real Armada Española, muerto a flote del navío de su mando, dos baterías y setenta y cuatro cañones, San Juan Nepomuceno.



Agustín Muñoz Grandes




Agustín Muñoz Grandes (1896–1970) fue un militar y político español que combatió en la Guerra de Marruecos, en la Guerra Civil y en la II Guerra Mundial. Nació en Carabanchel, en el seno de una familia humilde y, siendo todavía un adolescente, ingresó en la Academia de Infantería de Toledo. Su recto mando nunca fue cuestionado, sino alabado por todos. 

En 1915, a los dos años de su graduación, se traslada al frente marroquí, donde permanecerá largo tiempo. Una década después fue gravemente herido al recibir un impacto en el pecho en la batalla de Alhucemas. Se le dio la oportunidad de ser ayudante del rey Alfonso XIII, pero él la rechazó, prefiriendo seguir en la guerra. 

En 1931 asciende en la escala militar y es nombrado segundo Jefe de la Guardia de Asalto. En esta época fue uno de los dirigentes que se encargaron de sofocar la huelga minera que tuvo lugar en Asturias. En 1933 fue nombrado primer jefe y fundador del Cuerpo de Seguridad y Asalto, permaneciendo al frente de la nueva policía republicana hasta el año 1935. Para su nombramiento influyó la gran fama adquirida al organizar y dirigir las tropas regulares en Marruecos. Así se convirtió en el máximo responsable del orden público en las grandes ciudades. 

Aunque trató de huir al comienzo de la Guerra Civil, fue rápidamente localizado y encarcelado. En 1937 se encuentra ya en el frente franquista, dirigiendo la IV Brigada Navarra. Más tarde fue ascendido a general, cargo desde el que dirigió el Cuerpo de Ejército Marroquí. Terminada la guerra, fue elegido por el Generalísimo Franco para ser el Secretario General del Movimiento, en sustitución de Raimundo Fernández-Cuesta, que había sido nombrado ministro. 

Cuando estalló la II Guerra Mundial, el Generalísimo Franco lo situó al frente de la División Azul, una unidad de voluntarios españoles que sirvió en el ejército alemán para luchar contra el comunismo de la Unión Soviética. En esta misión Muñoz Grandes contaba con una ventaja, ya que conocía a los alemanes. En 1941 mantuvo una entrevista con Hitler en el cuartel general de Rastenburg, también conocido como "Guarida del lobo". Hitler, después del desinterés mostrado por Franco y la impotencia de Ramón Serrano Súñer, pensaba que Muñoz Grandes se sumaría a su causa. De hecho fue condecorado por el Führer con la Cruz de Caballero de la Cruz de Hierro.

A partir de este momento, su carrera sigue en ascenso y cuando regresa a España en 1943 lo ascienden a teniente general y le nombran Jefe de la Casa Militar de Franco. No obstante, conviene hacer notar que, con el mentado ascenso, Muñoz Grandes dejaba de tener mando sobre las tropas, motivo por el cual dicho ascenso ha sido interpretado en ocasiones como una celada de Franco para quitar de en medio a un enemigo potencial, quizá excesivamente identificado con la causa de la Alemania Nazi.

España necesitaba el apoyo de Estados Unidos, la gran potencia mundial de su tiempo y la única dispuesta a estrechar lazos. A Agustín Muñoz Grandes le correspondió la misión militar y diplomática más delicada, primero como ministro, luego como jefe del Alto Estado Mayor y finalmente como vicepresidente del Gobierno: negociar los acuerdos con Estados Unidos.

No se trataba de un plato de buen gusto ya que la entrega voluntaria de bases a una potencia anglosajona le recordaba mucho a Gibraltar. Por otro lado, debía sopesar que España necesitaba recursos y apoyo internacional y que las bases eran necesarias en el enfrentamiento contra la Unión Soviética, potencia contra la cual había combatido.




Francisco Javier Castaños



Francisco Javier Castaños (1758–1852), duque de Bailén, fue un militar y político que sobresalió durante las Guerras Revolucionarias Francesas y la Guerra de la Independencia Española. Fue presidente del Consejo de Regencia entre 1810 y 1813 de la España libre de los franceses.

A los diez años recibió el grado de capitán de infantería, que el rey Carlos III le concedía en atención a los méritos de su padre. Pasó a estudiar, como oficial de corta edad, al Seminario de Nobles, formación que completaría después en la Academia de Barcelona. A los dieciséis años es destinado al Regimiento de Saboya, en Cádiz, comenzando así su larga vida militar. A los veinticuatro asciende a sargento mayor, a los veintiseis a teniente coronel y a los treinta y uno a coronel graduado.

Al ascender a coronel le fue confiado el mando del regimiento de África, con el que en 1793 prestó sus servicios en la guerra que el rey Carlos IV declaró a la Francia republicana, por los que obtuvo el ascenso a mariscal de campo. Posteriormente le fue encomendada la defensa del puerto de El Ferrol frente a los ingleses, misión que cumplió con gran éxito. 

En 1808, comenzada la Guerra de la Independencia, recibe de la Junta Suprema de Sevilla el encargo de formar un ejército en Andalucía, siendo nombrado capitán general. Tras la victoria en la batalla de Bailén, lo que significó la primera derrota del ejército napoleónico, es designado para el mando del ejército del Centro. 

En el reinado de Fernando VII se mantuvo fiel a la causa absolutista, lo que le valió la confianza del monarca y la designación para algunos cargos. Fue elegido en 1825 para presidir la Real Junta Consultiva de Gobierno, órgano encargado de proponer diversas mejoras admnistrativas. Después de recibir en su dilatada vida los más altos honores, títulos y nombramientos, fallece en Madrid en 1852 a los 96 años y en la más absoluta penuria económica.



Alejandro Farnesio y Habsburgo 



Alejandro Farnesio y Habsburgo (1545–1592) fue el tercer Duque de Parma y Piacenza y sobrino del rey Felipe II. Desarrolló una importante labor militar y diplomática al servicio de España. Luchó en la batalla de Lepanto contra los turcos y en los Países Bajos contra los rebeldes holandeses.

Alejandro había crecido en España con el príncipe Carlos, hijo de Felipe II, y su tío Don Juan de Austria. Tras su matrimonio con María de Portugal se instaló en la corte de Madrid. Pasaron varios años antes de que pudiera demostrar su talento para las operaciones militares. Durante ese tiempo, los Países Bajos se habían rebelado contra la Corona Española y Don Juan fue enviado como gobernador en 1576. Poco después Alejandro Farnesio fue enviado en ayuda de Don Juan, llegando como comandante del ejército al frente de los tercios, con los que derrotó a un ejército protestante en la batalla de Gembloux. En 1578 Don Juan morió de tifus y solicitó a Felipe II que Alejandro fuera nombrado gobernador de los Países Bajos, a lo que el rey accedió.

Demostró sus dotes como diplomático a los tres meses, en 1579, cuando consiguió llevar de nuevo la sobernaía española a las provincia del sur que se habían unido a Guillermo de Orange en su rebeldía. Por el contrario, las provincias rebeldes abjuraron definitivamente de la soberanía de Felipe II unas semanas más tarde mediante la Unión de Utrecht.

Tan pronto como obtuvo una base de operaciones segura, se dispuso a reconquistar las provincias de Brabante y Flandes. Una ciudad tras otra fueron cayendo bajo su control hasta llegar a Amberes, a la que puso sitio en 1584. El asedio de Amberes exigió todo el genio militar y fuerza de voluntad de Alejandro para completar el cerco y finalmente rendir la ciudad en 1585. El éxito militar de Alejandro volvió a poner en manos de la Corona Española todas las provincias del sur de los Países Bajos, pero la orografía y la situación geográfica de las provincias de Holanda y Zelanda hacían imposible su conquista sin contar con el dominio del mar, en manos de los rebeldes.

En 1586 se convierte en Euque de Parma por la muerte de su padre y solicita permiso al rey para ausentarse y visitar el territorio del ducado, permiso que no le es otorgado, ya que el rey lo considera insustituible. 

Tras el asesinato del rey francés Enrique III en 1589, Alejandro fue enviado con el ejército a Francia para luchar con el bando católico opuesto al rey Enrique IV. En el asedio de Caudebec, resultó herido de un disparo de mosquete. Posteriormente su salud se agravó, falleciendo en la Abadía de Saint-Vaast de Arrás. En 1956 se creó el cuarto tercio de la Legión Española, llamándose Tercio Alejandro Farnesio en su honor.



Juan Martín Díez 



Juan Martín Díez (1775–1825), "el Empecinado", fue un militar y líder guerrillero durante la Guerra de la Independencia en España. Organizó una partida de guerrilleros compuesta por amigos y miembros de su familia. Al principio, su lugar de acción estaba en la ruta entre Madrid y Burgos. Más tarde combatió con el ejército español en el puente de Cabezón de Pisuerga y en Medina de Rioseco. Fueron estas batallas perdidas y en campo abierto las que le hicieron pensar que obtendría mejores resultados con el sistema de guerrillas, y así comenzó con éxito sus acciones bélicas en Aranda del Duero, Sepúlveda, Pedraza y toda la cuenca del río Duero.

En 1809 fue nombrado capitán de caballería. En la primavera de ese mismo año su campo de acción se extiendía por las sierras de Gredos, Ávila y Salamanca, para seguir después por las provincias de Cuenca y Guadalajara. El cometido principal de estas guerrillas era dañar las líneas de comunicación y suministro del ejército francés, interceptando correos y mensajes del enemigo y apresando convoyes de víveres, dinero, armas, etc. El daño que se hizo al ejército de Napoleón fue considerable, de tal manera que nombraron al general Joseph Leopold Hugo como "perseguidor en exclusiva" de Juan Martín Díez y sus gentes. El general francés, después de intentar su captura sin conseguirlo, optó por detener a la madre del guerrillero y a algún familiar más. La reacción del guerrillero español fue endurecer las acciones bélicas y amenazar con el fusilamiento de cien soldados franceses prisioneros. Tras esto, su madre y los demás prisioneros fueron puestos en libertad.

En 1813 ayudó en la defensa de la ciudad de Alcalá de Henares y en el puente de Zulema venció a un grupo de franceses que le doblaban en número. Más tarde, Fernando VII daría su consentimiento para que la ciudad de Alcalá levantara una pirámide conmemorativa de esta victoria. Sin embargo, enn 1823 este mismo rey ordenó su destrucción por ser símbolo de un "liberal", aunque en 1879 los alcalaínos volvieron a levantar otro monumento en honor a "el Empecinado", al que percibían como su liberador.



Bernardo de Gálvez



Bernardo de Gálvez (1746–1786) fue un militar y político. Con tan solo dieciséis años se alista como voluntario para participar en la llamada “Guerra de los 7 años” que mantenían Francia e Inglaterra y en la que, a causa de los Pactos de Familia, España se vio obligada a tomar parte como aliada de Francia. El bravo comportamiento de este joven le valió su ascenso a teniente de infantería.

Posteriormente, con el grado de capitán, lucha en la frontera norte de la Nueva España contra los indios apaches que cometían toda suerte de rebeliones y tropelías, a los que logró pacificar, no sin ser herido seriamente en diversas ocasiones. Heridas graves que se repetirán, años más tarde, en el ataque a la ciudad norteafricana de Argel. La tenacidad y gallardía mostradas en esta expedición le llevaron a ser ascendido al grado de teniente coronel.

No se habla en vano si se afirma que las trece colonias inglesas que se rebelaron contra la metrópoli y que acabaron independizándose constituyeron los Estados Unidos gracias, en una muy alta medida, a las memorables acciones bélicas emprendidas por Bernardo de Gálvez. El nuevo país surgido lo supo valorar así cuando, en el desfile de la Independencia, se pidió a Gálvez que desfilara a la derecha del mismísimo George Washington. 

Se encamina ahora a la toma de Panzacola partiendo de Cuba con un ejército de siete mil hombres. Con un rápido golpe de mano nocturno logra desembarcar en la isla de Santa Rosa, situada a la entrada de la bahía de Panzacola. El bajo calado de la bahía y las defensas en ella situadas retraen a sus oficiales a aventurarse a entrar en ella, por lo cual el intrépido Gálvez decide entrar personalmente con su bergantín Galveztown, animando con dicha valerosa acción al resto de la armada a seguirle en tan audaz resolución. Con grandes dosis de estrategia y arrojo consigue tomar Fort George y tras el toda la plaza.

Una vez en poder de España, los enclaves de Movila y Panzacola servirán de trampolín para la ocupación y recuperación de las dos Floridas que nuestro país había perdido como consecuencia de la “Guerra de los 7 Años”. Con ello, a los ingleses tan solo les quedará Jamaica como única posesión en el Golfo de México. 

El rey de España Carlos III quiso que la hazaña protagonizada por Gálvez al adentrarse con su solo barco en la bahía de Pensacola quedara plasmada en el escudo de armas del malagueño añadiéndole el bergantín Galveztown con él mismo a bordo y con una leyenda, en lo alto, en la que rezaba: “Yo solo”.




Federico Gravina



Federico Gravina (1756–1806) fue un marino, militar y capitán general de la Real Armada Española. Célebre por su participación en la batalla de Trafalgar, fue uno de los más insignes marinos de España, siempre eficaz tanto en sus cargos militares como diplomáticos:

"Gravina es todo genio y decisión en el combate. Si Villeneuve hubiera tenido esas cualidades, el combate de Finisterre hubiese sido una victoria completa. (Napoleón Bonaparte). 

Su brillante comportamiento le valió numerosos ascensos, distinguiéndose cada día más con nuevos servicios a España. Durante el sitio de Tolón recibió una herida grave en la pierna derecha, mas no cedió por eso en su valeroso empeño de liquidar a sus enemigos. El esforzado general, llevado en una camilla, hizo una entrada triunfal en la ciudad de Tolón a la cabeza de sus tropas, ofreciéndole el pueblo una corona de laurel, premio de la victoria. Estando profundamente herido, postrado en una cama y con graves dolencias, no cesó ni un instante en su incansable 
actividad de servir a España y ordenó otra salida de sus tropas, al frente de la cual estaría él.



Hernando de Soto 




Hernando de Soto (1500–1542) fue un conquistador y explorador aclamado en su época que participó en la expedición y conquista de la costa de Nicaragua en 1523. Posteriormente fue gobernador de Cuba entre 1538 y 1539, año en que partió a la conquista de Florida. Tiene el honor de ser el primer europeo en avistar el río Mississippi. 

Sus padres eran hidalgos en Extremadura, una región donde abundaba la pobreza y por la cual mucha gente joven buscaba maneras de hacer fortuna en otros lugares. En 1514 Hernando de Soto acompañó a Pedro Arias Dávila a las colonias españolas, desembarcando en Panamá. Sus posesiones en aquel momento eran solamente un escudo y una espada. Con tan solo dieciséis años se hizo líder de una unidad de la caballería y formó parte de una expedición para colonizar Nicaragua y Honduras. 

Hernando de Soto ganó fama como jinete, convirtiéndose en un combatiente de tácticas excelentes. En un conflicto por la supremacía de Nicaragua, luchó para Pedro Arias Dávila contra Gil González. Este último había intentado separarse del grupo para explorar y conquistar por su cuenta, por lo que Soto denunció la traición y derrotó al ejército de González. Años después acompañó a Francisco Pizarro en sus expediciones e hizo fortuna, además de hacerse muy famoso por ser el héroe de la batalla de Cuzco. Este período es el ápice de su reputación y abundancia. 

En 1539 llegó a las costas de Florida con un grupo de setecientos hombres, lugar al que llamó "Espíritu Santo". A diferencia de otros expedicionarios, sus tropas no capturaron a indios para utilizarlos como trabajadores, no violaron mujeres y no saquearon aldeas, sino que instaló cruces cristianas en los lugares sagrados de los indios. 

En la orilla occidental del Mississippi, Hernando de Soto muere en 1542 a causa de fiebre. Puesto que era considerado inmortal entre los nativos, su cuerpo fue ocultado en mantas lastradas con arena por sus hombres, quienes después lo hundieron en medio del río durante la noche.




Antonio Barceló y Pont de la Terra




Antonio Barceló y Pont de la Terra (1717–1797) fue un marino y militar que ostentó el cargo de teniente general de la Real Armada Española. A lo largo de su carrera alcanzó numerosos y destacados éxitos que permiten calificarlo como uno de los más destacados marinos que jamás sirvieron a España. 

De humilde marinero ascendió a los más altos grados de la Armada por méritos de guerra, distinguiéndose en la marina sutil con pequeñas embarcaciones, e inventó las cañoneras durante el Gran asedio a Gibraltar. Consiguió que solo su nombre fuera el terror de los berberiscos y sus hazañas en la mar le dieron una fama legendaria. 

El Mediterráneo estaba infestado de naves corsarias berberiscas, por lo que los combates eran muy frecuentes. Estando en Mallorca, se dio la alarma y apareció una flota enemiga. Barceló, sin dudar un instante, hizo embarcar en su jabeque una compañía de granaderos del regimiento África y se hizo a la mar en persecución del enemigo. Barceló le fue dando caza desde cabo Formentor hasta la isla de Cabrera, donde abordó y capturó la galeota. 

En 1761 se le concedió el mando de una división de tres jabeques reales. Ese año sostuvo un enfrentamiento en el que apresó siete naves de los moros con solo tres suyas. Posteriormente apresó otro jabeque berberisco, tomando a treinta de ellos como prisioneros y dando muerte a otros diez en el abordaje.

Al año siguiente, con su jabeque rindió en otro combate a tres enemigos con ciento sesenta turcos, haciendo prisionero al famoso Selim, célebre capitán de aquellos piratas, pero fue nuevamente herido en el abordaje por una bala de mosquete que le atravesó las mejillas.

En 1779 ascendió a Jefe de Escuadra y fue nombrado comandante de las fuerzas navales destinadas al sitio de Gibraltar. Su fuerza la componían un navío de línea, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores. Fue entonces cuando se le ocurrió la idea de construir las lanchas cañoneras y bombarderas que tantos éxitos le dieron, realizando prodigios nunca pensables, incluido el ataque a los navíos británicos, que en la mayoría de los casos huían.

La dificultad para atacar la plaza por mar residía en la más que comprobada inferioridad de los buques de vela y madera de la época contra las fortificaciones terrestres. Para bombardear la plaza ideó el uso de dichas lanchas cañoneras y bombarderas. Para proteger a la tripulación se dotó las lanchas de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera con una capa de corcho. El mejor juicio sobre su efectividad, no pudiendo ser más concluyente, vino del enemigo:

"La primera vez que se vieron desde nuestros buques causaron risa; mas no transcurrió mucho tiempo sin que se reconociese que constituían el enemigo más temible que hasta entonces se había presentado, porque atacaban de noche y eligieron las más oscuras; era imposible apuntar a su pequeño bulto. Noche tras noche enviaban sus proyectiles por todos lados de la plaza. Este bombardeo nocturno fatigaba mucho más que el servicio de día. Primeramente trataron las baterías de deshacerse de las cañoneras disparando al resplandor de su fuego; después se advirtió que se gastaban inútilmente las municiones".

Barceló prestó otros notables servicios, que como siempre honraron a su persona, pero al ser hombre del pueblo llano, que no guardaba las etiquetas, los oficiales formados en las academias de guardiamarinas lo veían con cierto y mal disimulado desprecio. A tanto llegaron las habladurías y comentarios que llegó a ponerse en entredicho el que fuera a desempeñar el mando. Cuando el ministro Floridablanca se enteró, lo ascendió a teniente general a pesar de su sordera y su avanzada edad, que era sobre todo en lo que se basaban las acusaciones vertidas sobre su persona por sus detractores. 

Ya en su retiro de Palma de Mallorca, inducido por las envidias y bajas acusaciones que sobre él circulaban, falleció a los ochenta años de edad, reposando sus cenizas en una iglesia de la capital mallorquina.




García Álvarez de Toledo



García Álvarez de Toledo (1514–1577) fue un militar y político, IV Marqués de Villafranca del Bierzo y Grande de España. Comenzó sirviendo a las órdenes de Andrea Doria en las galeras de Nápoles, siendo dueño de dos barcos. En 1535 ya era general de seis galeras y se distinguió en las batallas de la Goleta de Túnez, Argel, Sfax, Calibria y Mebredia, donde se le concedió el título de Capitán General de las Galeras de Nápoles.

Fue Capitán General de la expedición a Grecia y Capitán General del Mar, título que se le concedió en 1544 tras derrotar al pirata Barbarroja. Tuvo asimismo los cargos de Coronel General de la Infantería del Reino de Nápoles, Virrey de Sicilia y Virrey de Cataluña.

La conquista del Peñón de Vélez en 1564, empresa considerada irrealizable, y el socorro a la isla de Malta le valieron la concesión, por parte de Felipe II, del Ducado de Fernandina y el Principado de Montalbán en 1569.




Antonio de Escaño y García de Cáceres 




Antonio de Escaño y García de Cáceres (1750–1814) fue un militar y marino español que partició en casi todas las grandes operaciones navales que sostuvo España en aquella época: la expedición contra Argel en 1783, la defensa de Cádiz en 1797 frente a la escuadra británica, las batallas de Brest, Finisterre y Cabo de San Vicente, en la que, gracias a su visión militar, consiguió salvar el buque insignia español, el Santísima Trinidad, hecho por el que recibió la encomienda de la Orden de Santiago.

Sin duda, su participación en la batalla de Trafalgar es la más relevante, dada su trascendencia. Debido a su gran experiencia náutica y militar siendo segundo jefe de la escuadra española a las órdenes del almirante Gravina, sería el escogido para trasladar al jefe de la escuadra francesa, el general Villeneuve, la opinión española de romper el cerco de la flota inglesa saliendo de la bahía de Cádiz, sugerencia a la que el oficial francés se negaría.

Tras la batalla de Trafalgar, a pesar de haber resultado herido en la contienda, fue quien comunicó al primer ministro Godoy el resultado del combate, ya que "la situación en que se encuentra el teniente general don Federico Gravina, de resultas de un balazo de metralla que al fin de la acción de ayer recibió en su brazo izquierdo, no le permite dar a Vuestra Excelencia noticia de este combate sangriento".

En 1810, ascendido a teniente general de la Armada, Escaño fue elegido miembro del Consejo de Regencia de España e Indias. Cuando este organismo dimitió tras la convocatoria e inicio de las Cortes de Cádiz, fue el único miembro al que se le autorizó la residencia en la ciudad. En ella murió a mediados de 1814, pocos días después de ser nombrado capitán general de Cartagena, cargo del que no llegó a tomar posesión.




Alonso Pérez de Guzmán 



Alonso Pérez de Guzmán (1550–1615) se convirtió en poseedor de una de las mayores fortunas de la Europa de su tiempo. Este noble y militar perteneciente a la Casa de Medina-Sidonia fue XII Señor de Sanlúcar, X Conde de Niebla, VII Duque de Medina Sidonia y V Marqués de Cazaza. Comandante en jefe de la Armada Española, la dirigió durante la trágica aventura de la conocida "Armada Invencible". 

En 1581 fue nombrado caballero de la Orden del Toisón de Oro y capitán general de Lombardía. Fue también el patrón de Jerónimo Sánchez de Carranza, que escribió el primer texto sobre el sistema de lucha española con espada llamado "Verdadera destreza". 

Cuando el Marqués de Santa Cruz murió en 1588, Felipe II insistió en nombrarle capitán general del mar Océano, es decir, en comandante de la "Armada Invencible". Fue a pesar de su inexperiencia, su presunta falta de capacidad y sus mareos constantes en el mar. De Guzmán sacó fuerzas sobrenaturales y luchó hasta que su cuerpo le falló. Regresó gravemente enfermo por los sufrimientos de la campaña y, a pesar de haberlo dado todo en la contienda, el desprecio que expresaba por él la nación era enorme.




Juan José Ruiz de Apodaca



Juan José Ruiz de Apodaca (1754–1835) fue un noble, político, marino y militar que ostentó los cargos de Virrey de la Nueva España, Jefe Político Superior de Nueva España y Capitán General de la Real Armada Española. Desempeñó sus cargos con tacto y recto criterio, siendo agraciado con las cruces militares de San Fernando y San Hermenegildo por sus distinguidos servicios. 

Uno de los hechos más sobresalientes de la vida de Ruiz de Apodaca fue su odisea al mando del navío San Agustín en 1796 cuando comenzó una nueva guerra contra los británicos. Un año después se encontró rodeado por la escuadra inglesa en el cabo de San Vicente. Aprovechando la niebla del amanecer, escapó rumbo al norte y entró en la ría de Vigo. Poco después entraron en la ría dos navíos, tres fragatas y dos bergantines británicos al mando del comodoro Samuel Hood. El británico pidió a Apodaca que se rindiera y entregara su navío y todos los buques que en ese momento se encontraban en el puerto de Vigo. Lejos de amilanarse, Apodaca dejó que el comodoro observara las defensas que estaba preparando. 

La escuadra británica, asustada, abandonó sus planes de ataque y emprendió la salida de la ría. El militar español, no contento con lo que había conseguido, mandó perseguir a los ingleses y logró represar un bergantín español cargado de provisiones que había sido capturado por el enemigo.



Pablo Morillo y Morillo



Pablo Morillo y Morillo (1775–1837), teniente general de los Ejércitos de España, conde de Cartagena y marqués de La Puerta, conocido co- mo "el Pacificador", fue un militar y marino de gran reputación. 

Durante su estancia en la Real Armada Española participó en distintos combates, entre los que destacan la batalla del Cabo de San Vicente y la de Trafalgar. Durante su etapa en el Ejército de España es conocido por su participación en las guerras de independencia de Venezuela y Colombia como Jefe de la Expedición encargada de sofocar la revolu- ción. Destacan la toma de Cartagena de Indias y las posteriores accio- nes militares, que llevaron a la caída de las Provincias Unidas de Nue- va Granada y el restablecimiento del virreinato. En Venezuela consiguió detener el avance de Bolívar hacia Caracas tras vencerle en la batalla de La Puerta. 

También destacó en la Guerra de Independencia española en batallas tan decisivas como la de Bailén, la primera derrota napoleónica, la de Pontesampaio, donde fue el encargado de dirigir al ejército que derro- tó al Mariscal Ney y obligó al ejército francés a abandonar Galicia, o la de Vitoria, que forzó la retirada de las tropas francesas de España.



Tomás Geraldino Geraldino




Tomás Geraldino Geraldino (1754–1797) fue un distinguido oficial de la Armada Española, miembro de una ilustre y noble familia afincada en Jerez de la Frontera que murió en plena batalla naval del Cabo San Vicente. 

En 1770 con dieciséis años ingresa en el empleo de guardia marina, elevándose paulatinamente de rango. Se distinguió en la expedición a Argel de 1775 y en el bloqueo a Gibraltar de 1779. Su valor iba unido a una inteligencia y saber naturales que le permitieron desarrollar un original sistema para filtrar el agua del mar y hacerla potable.



Ventura Caro y Maza de Linaza




Ventura Caro y Maza de Linaza (1742–1809) fue un militar español que tomó parte en la campaña de Argel en 1775 e intervino como ayudante del Duque de Crillón-Mahón en la recuperación de Menorca, isla de la que fue nombrado gobernador. Participó como capitán en el sitio de Gibraltar y, posteriormente, fue destinado a la capitanía general de Galicia con el grado de teniente general.

Fijó los límites franco-españoles en la zona de Navarra en colaboración con los correspondientes comisionados franceses, tarea que concluyó en 1786. El conocimiento que adquirió de la zona propició que, al iniciarse la guerra contra la Convención Francesa en 1793, fuera designado al mando del ejército destinado en los Pirineos con el que logró penetrar en territorio francés.

Trasladado en 1801 a la capitanía general de Valencia, debió afrontar los levantamientos populares ocurridos a consecuencia del llamamiento a filas de cuarenta mil hombres. Durante la Guerra de la Independencia obligó a replegarse a las fuerzas del general francés Moncey, ascendiendo a capitán general y finalizando su carrera militar en Madrid en plena contienda.



Alonso de Ercilla y Zúñiga




Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533–1594) fue un soldado del ejército real de España. En 569 publicó su gran obra, "La Araucana", dedicada a Felipe II. La obra relata la primera fase de la Guerra de Arauco entre españoles y mapuches.

Alonso fue nombrado gentilhombre de la corte y caballero de Santiago en la villa de Uclés, tras lo cual participó en diversas acciones diplomáticas. En 1570 casó con María de Bazán y se instaló en Madrid, donde terminó las partes segunda y tercera de su poema. Falleció en 1594, reposando sus restos en el convento de San José situado en la ciudad de Ocaña en Toledo.

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