Laval y Dardot explican que el neoliberalismo es mucho más que una vuelta al viejo liberalismo manchesteriano del siglo XIX: es todo un programa de control en que el propio sujeto se acaba controlando a si mismo. La reducción de todo lo humano a lo económico hacen que el individuo se acabe concibiendo a si mismo como una “empresa capitalista” donde la competencia se convierta en auténtico motor del mundo. Todos compiten con todos, y ya no queda espacio para la sociabilidad, la cooperación ni para la solidaridad nacional, de grupo o de clase. Cualquier política redistributiva o de protección social es un obstáculo a la competencia, pues perjudica a los “emprendedores” a favor de los “vagos” y los “irresponsables”.
También señalan Laval y Dardot que junto al neoliberalismo “de derechas” (Thatcher, Reagan. Busch, Merckel) existe un neoliberalismo “de izquierdas”, representado por la socialdemocracia (González, Blair, Zapatero) que se alimenta de los mismos “ítems” ideológicos.
El “nacionalismo” catalán, de base económica, responde perfectamente a la definición de Laval y Dardot del neoliberalismo. La retórica del “déficit fiscal” no es más que una aplicación territorial de la inquina neoliberal a cualquier política redistributiva: los catalanes “emprendedores e industriosos” son “expoliados” por el Estado español en beneficio de los andaluces y los extremeños, “vagos, parásitos y funcionarios”. Cataluña quiere administrar sus propios recursos, de la misma manera que el sujeto neoliberal quiere administrar los suyos. Cataluña quiere ser independiente para ser más competitiva, para internacionalizar su economía, para flexibilizar más su mercado de trabajo, para acabar con el funcionariado, para privatizar servicios.
Las dos patas del nacionalismo catalán, la conservadora (CiU) y la progresista (ERC y sectores nacionalistas del PSC) se completan perfectamente, pues corresponden al neoliberalismo “de derechas” y “de izquierdas” descritos por Laval y Dardot.
Desde hace años las políticas de la Generalidad van en esta línea, independientemente de que gobierne CiU o el Tripartito. Privatización y externalización de servicios, gestión privada de servicios públicos, desfuncionarización del personal, cultura de la “autonomía”, la “evaluación” y la “competitividad”, y sobretodo, fomento de la “emprendeduria” que significa convertir a cada trabajador en un mini-empresario de sí mismo.
Y algunos siguen hablando de “independencia y socialismo” ¡que risa!
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