A raíz del auge del independentismo en Cataluña, y como éste se hace paso entre los catalanes mediante historias de dudosa demostración, creo que ha llegado el momento de ir recopilando las mentiras que a la mafia política catalana le han servido de palanca para mantener su poltrona intacta, induciendo a los catalanes a ver el problema en Madrid y no en su propia casta, mintiendo y adoctrinando a las nuevas generaciones.
1. Mito: Cataluña fue conquistada por España
Uno de los mitos “number one” del nacional-catalanismo.
El territorio de Cataluña ha compartido siempre, desde la Antigüedad, el destino político y cultural del resto de la Península Ibérica. Cataluña y España no son dos realidades que se pueden poner cara a cara, una frente a la otra, sino que Cataluña forma parte de España. No se pueden enfrentar.
Los nacionalistas acostumbran a poner la fecha de 1714 como el origen de esta opresión: Cuando Felipe V abolió las instituciones catalanas, después de la caída de Barcelona frente las tropas borbónicas.
En aquel momento, Cataluña ya formaba parte de la Corona Hispánica, desde el siglo XV, fruto de un proceso de reunificación peninsular. Este proceso de reunificación arranca ya desde el momento de los contados de la Marca Hispánica (nombre significativo) como por ejemplo Ribagorza, Urgel, Cerdaña, etc., los cuales se unieron bajo el caudillaje del Conde de Barcelona. Después, encontramos la integración de éste en la Corona de Aragón. Finalmente, la unión personal de ésta con la Corona de Castilla primero, y la de Navarra después.
Esta reunificación hizo volver otra vez a la unidad política y cultural que gozaba la Península desde la Antigüedad Romana, y el reino visigodo después.
Por lo tanto, en 1714, Cataluña no era un país independiente que fue conquistado por un país extranjero (España), sino que ya formaba parte, desde hacía 2 siglos, de la Corona Hispánica, y desde la Antigüedad Romana, de una misma unidad político-cultural.
Por otra parte, en 1714, los catalanes que luchaban contra los borbones (no contra los castellanos) no querían en absoluto la independencia, sino que luchaban para que el candidato austríaco se convirtiera en titular de la corona española, y no el pretendiente francés, que era Felipe de Anjou.
En efecto, tanto el Conseller en Cap, Rafael Casanova, como el general Villarroel, que mandaba la tropa, manifestaron siempre claramente que luchaban por nuestros fueros y por la Corona de España.
No había, por lo tanto, en 1714, ninguna reivindicación soberanista.
Los hechos de 1700-1714 se pueden resumir así:
Antes de 1700 Catalunya no era independiente, sino que era un territorio con instituciones propias integrado dentro de la Corona Española desde hacía siglos. Aquel año, el rey Carlos II (de España, incluida Catalunya) murió sin descendencia y se inició una guerra de Sucesión al trono (no de Secesión soberanista) entre dos candidatos: Felip de Anjou -francés- y Carlos de Habsburgo -alemán-. En todos los territorios de la Corona hubo seguidores de uno y otro candidato.
Las instituciones catalanas primero juraron fidelidad a Felipe de Anjou (Cortes de 14 de enero de 1702, en Barcelona), pero después una flota anglo-holandesa a favor de Carlos desembarcó en el río Besós (el 25 de agosto de 1705) y conquistó Barcelona ante la indiferencia de la población. El 16 de octubre las instituciones catalanas reconocieron a Carlos como rey de España.
Finalmente, la guerra acabó con la renuncia de Carlos al trono (pues había sido elegido Emperador del Sacro Imperio) y Felip V no tuvo oposición: amnistió a los dirigentes de la revuelta austracista, pero abolió las instituciones catalanas, creando un estado centralista a imitación de la Francia de aquel momento.
Las instituciones del s.XVIII eran estamentales, propias del feudalismo: representaban a la aristocracia, burguesía y alto clero. Defendían, por lo tanto, los intereses de estos. No existía un Parlamento como el que conocemos hoy en día, ya que soberanía nacional y popular son conceptos posteriores, no conocidos en el momento de los hechos.
En conclusión: Más mitos nacionalistas. Sólo encontramos mitos y mentiras, con la finalidad de modelar la Historia a los intereses de los nacionalistas. Ni conquista ni nada.
El presente texto tiene carácter introductorio y meramente divulgativo. Para profundizar se recomienda, entre otros (y sin ánimo de exhaustividad):
a) Este artículo del excelente blog “El Principat de Catalunya”: http://elprincipatdecatalunya.blogsp...e%20Septiembre
b) Esta breve entrada del blog “Políticamente acorrecto”: http://blogs.periodistadigital.com/p...-de-septiembre
c) Discurso de Jesús Laínz en la Diada Catalana 2008: http://www.ojosdepapel.com/Blogs/Jua...-Catalana-2008
d) Artículo de Álex Rosal,”La Diada de Cataluña o la manipulación de la Historia”: http://revista.libertaddigital.com/l...276235340.html
e) El libro “Felipe V: El Rey que reinó dos veces”, de Henry KAMEN. En este enlace hay un comentario breve sobre el libro: http://familiaff.wordpress.com/2007/...tan-la-verdad/
f) El libro “Otra Historia de Cataluña”, de Marcelo Capdeferro, Editorial Acervo, Barcelona, 1985.
http://es.wikipedia.org/wiki/Tribunal_de_Contrafacciones
http://dolcacatalunya.com/2014/03/10/dolca-catalunya-entrevista-a-barraycoa-muchisimos-catalanes-fueron-felipistas-en-1714/
2. Mito: Felipe V prohibió el catalán e impuso el castellano
Los manuales de Secundaria y Bachillerato, y los libros divulgativos (1) enseñan que el castellano fue impuesto en Cataluña, mediante un plan con premeditada vocación de desnacionalización de Cataluña, y ponen como inicio y ejemplo el Decreto de Nueva Planta de 1716, de Felipe V, quien prohibió el uso del catalán.
Otro mito. En primer lugar, no se prohibió en absoluto el uso del catalán, sino del latín, en la Audiencia. Y en segundo lugar, el proceso de castellanización no arranca ni se fortalece en 1716, sino que se trata de un proceso gradual y no impuesto que empezó mucho antes, en 1400, coincidiendo con la entronización de los Trastámara, y continuó poco a poco por otros motivos.
Así, en primer lugar, si leemos el Decreto de Nueva Planta, sólo encontramos un solo artículo que haga referencia a la lengua: el artículo 5º que establece: “Las causas de la Real Audiencia se substanciarán en lengua castellana”. Y esta frase es la única alusión a la Lengua que encontramos en todo el famoso Decreto de Felipe V. (2)
De esto podemos destacar lo siguiente:
- Hasta entonces, la lengua de la Real Audiencia era el latín (no el catalán) (notas 3, 4 y 5), por lo cual, como bien apunta Macelo Capdeferro “tal disposición no es discriminatoria con la lengua catalana, por la sencilla razón de que, hasta entonces, las causas de la Real Audiencia se habían sustanciado en lengua latina. El latín se había mantenido como lengua oficial, diplomática, cancilleresca, jurídica y científica.” (4)
- Este artículo se refiere sólo a la Real Audiencia, un órgano administrativo (para entendernos, y simplificando, como los juzgados actuales). No se prohibió en absoluto la lengua en ámbitos culturales, literarios, económicos, jurídicos, familiares, etc.
- Cincuenta años más tarde, se tuvieron que emitir Órdenes prohibiendo expresamente el uso del latín (¡el latín otra vez!) en la Audiencia, como las Órdenes de fecha 7 de junio de 1768 y 11 de enero de 1770 (5) lo cual demuestra el uso del latín en la Audiencia después de 1716 a pesar del Decreto de Felipe V, y la falta de materialización del mencionado Decreto (haciendo necesarias la emisión de estas órdenes cincuenta años después prohibiendo expresamente el latín). (5)
En segundo lugar, observamos que la introducción del castellano en Cataluña no empieza el año 1716, sino que se trata de un proceso gradual que empezó mucho antes, en el siglo XV, con la entronización de los Trastámara, y continuó con la ausencia de su Corte en Barcelona (Riquer apunta a esta ausencia como la causa principal de la castellanización) (6), y se expandió con el uso de la imprenta, la fuerza del mercado literario (más grande en castellano que en catalán), etc. Riquer invoca también otros factores como: la conversión de la empresa de Italia en castellana, el medievalismo, la vida poco brillante de las Universidades catalanas, el propio carácter intrínseco del humanismo catalán, etc.
Y este proceso continuó, en el mismo siglo XV, con el progresivo bilingüismo de muchos escritores catalanes (Guillem de Torroella, Enric de Villena, Frances Alegre, Romeu Llull, Narcís Vinyoles, Bernat Fonollar, Joan Ribelles, Francos Moner, Joan Escriva), y la castellanización prácticamente total de Boscán, Tomillar, Ferrandis de Heredia, Milán, etc. (6)
Como pasa actualmente con los científicos: que escriben en inglés para que sus investigaciones tengan la mayor difusión posible.
Es decir, la situación que nos encontremos antes del Decreto de 1716 es ya de una fuerte presencia del castellano, proceso que no se produjo de manera uniforme, ni se impuso desde el exterior, sino que se explica por factores de orden interno catalán. (7)
Y es que, como bien concluye el profesor Peña Díaz (UAB), durante los siglos XVI y XVII no existió ningún proyecto castellanizador dirigido desde la monarquía, sino que fueron otras causas básicamente internas, como: las motivaciones económicas de los impresores de libros (que imprimiendo en castellano vendían más ejemplares), el deseo de los autores de los libros de llegar a más público, y la facilidad administrativa. Además, todo considerando que el nivel de penetración lingüística estuvo muy acondicionado por la clase social (7).
Pues todo esto no se explica a los niños y jóvenes estudiantes de Cataluña. Sólo se les explica una visión parcial y conscientemente manipulada de la Historia (imposición del castellano, guerras, invasiones, etc.), llena de odio y ánimos de revancha, lo cual genera confusión a nuestra juventud.
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Del Decreto de Nueva Planta de 1716, solo hemos hablado del tema lingüístico. Para otras consideraciones, podéis consultar el excelente blog “El Principat de Catalunya”:
http://elprincipatdecatalunya.blogsp...Nueva%20Planta
Notas:
(1) Gran profusión de literatura “oficial”: P.e., “Història social i política de la llengua catalana, V.A. (València, 1996); etc.
(2) Decreto de Nueva Planta original, on-line: http://www.llibrevell.cat/nueva-planta/
(3) http://censoarchivos.mcu.es/CensoGui...ail.htm?id=643
(4) “Otra Historia de Catalunya”, Marcelo Capdeferro, Editorial Acervo, 1990.
(5) http://rua.ua.es/dspace/bitstream/10...M_13-14_03.pdf
(6) http://www.artehistoria.jcyl.es/hist...extos/6687.htm
(7) http://ddd.uab.cat/pub/manuscrits/02132397n15p149.pdf
3. Mito: La sardana, folclore catalán de raíces helénicas
Otro mito, y de los grandes.
Recuerdo de pequeño los bailes de sardanas en Plaza Cataluña, de Barcelona, organizadas por El Corte Inglés, donde íbamos todos a aprender y en defender –orgullosos- nuestras antiguas tradiciones. La sardana, el baile “nacional” de Cataluña, danza de raíces helénicas y vinculada al antiguo folclore catalán.
Pues eso es un mito. La sardana ni tiene orígenes griegos (sino que fue inventada por el catalanismo de derechas a finales del s.XIX), ni puede ser considerado folclore, ni es ninguna tradición catalana.
Los jóvenes musicólogos catalanes insisten al desmitificar la sardana y a su creador, José (Pep) Ventura, rompiendo definitivamente con aquel discurso tradicional, tergiversado y mitificado.
Así, por ejemplo, la joven Anna Costal (Figueres, 1981), musicóloga y tenora de la cobla Vila de Olesa, trabaja en una tesis doctoral que intenta sacar la follaje del mito y reencontrar, por ejemplo, las sardanas “proscritas” de Pep Ventura.
El trasfondo del mito:
“Durante años hemos conocido al Pep Ventura que la literatura catalanista esconde detrás de una imagen conscientemente tergiversada. Las finalidades políticas –que al caer el siglo XX buscan la creación e institucionalización de nuevos mitos y nuevas tradiciones para una Cataluña moderna y soberana- justifican la invención de una sardana “tradicional”. (Costal)
Así se crea un mito:
“El catalanismo convierte la sardana en el baile “nacional” de Cataluña y al músico Pep Ventura en un mito, reinventando su biografía y proscribiendo algunas sardanas inspiradas en zarzuelas y óperas de moda, proscritas sólo porque no encajaban en el discurso más purista del catalanismo”. (Josep Playà Maset).
Así, la idealización de Pep Ventura se inicia con la “Historia del Ampurdán” (1883), de Pella y Forgas, y continúa con Verdaguer y su poema “El Empordà” (1884) –como una rueda de rosas y claveles girando bajo el sol-, y también en los elogios de Joan Maragall a la sardana.
A partir de entonces, las biografías sobre el músico siempre se han basado en la “imagen romántica de un campesino autodidacta, de infancia paupérrima que, por intercesión de la musa popular, se dedicó a recoger canciones tradicionales catalanas y a insertarlas –salvándolas así del olvido- a la sardana, una danza prehistórica que llegó al Ampurdán a través de griegos y fenicios”.
Igualmente, se tergiversa la música de Pep Ventura rompiendo cualquier vínculo con las músicas contemporáneas y vinculándola al antiguo folclore catalán. Pous i Pagès escribe: “Desde el principio, el músico ampurdanés pagó también tributo a la chabacanería de la época, poniendo en ritmo de sardana los motivos de los operistas italianos más a la moda, pero ¿cómo podía liberarse, pobre músico aislado en un rincón del mundo, de rendir homenaje a lo que era tenido por indiscutiblemente superior, en opinión de las personas letradas?”
Vemos, por lo tanto, como historiadores, poetas, literatos, hombres de cultura, se ponen al servicio del poder político nacionalista de la época, para crear e inventar señales identitarias para una Cataluña que se quiere modelar a su ideología preestablecida.
Así se deshace un mito, proceso de desmitificación:
La exposición “Pep Ventura antes del mito: cuando la sardana era un baile de moda” (2009), de Anna Costal, rompe con este discurso tradicional. Recupera la música de Ventura sin áureas míticas ni legendarias: partituras musicales como la “Sardana de la Sonàbula” que recoge fragmentos de una ópera de Bellini estrenada en Figueres el año 1866, y también de otras inspiradas en zarzuelas, como por ejemplo “La cançó del 6 d´octubre”.
Se presenta a Pep Ventura en el contexto de su época y, a ras de su biografía, superando la idealización a la que había sido sometido.
No-Folclore fosilizado:
Stanley Brandes considera que la sardana no puede entrar en la clasificación de folclore, ya qué los bailes folclóricos “se aprenden y se transmiten de modo informal, no a través de clases organizadas, no gratuitas, patrocinadas, como sucede con la sardana. Así mismo, las danzas folclóricas experimentan una evolución indudable, a pesar de ser imperceptible… En cambio, la sardana ha quedado fosilizada desde hace un siglo en diversas variantes de una secuencia invariable, idealmente perfecta de movimientos. Ciertamente, este tipos de estandarización no es característico de ningún tipos de folclore, ni tan solo del baile”.
La sardana como “tradición inventada”:
[Brandes] cataloga la sardana como “tradición inventada”, concepto definido por Hobsbawm y Ranger (1986) como “conjunto de prácticas, normalmente regidas por una regla abierta o tácitamente aceptada y de tipos ritual o simbólico… que implica automáticamente la continuidad con el pasado”.
Pues bien, Brandes considera que, efectivamente, la sardana durante un siglo se elevó a un rango simbólico particular, representando una herencia comuna con “un pasado mítico mal definido”.
Y es que para Brandes tampoco se puede dar a la sardana origen helénico: “estos intentos de reconstrucción histórica son fútiles. El baile en corro es tan difundido, y la forma circular tan universal, que sería sorprendente que no se hubiesen inventado bailes en corro independientemente de muchos lugares y épocas. Actualmente, no disponemos de pruebas documentales ininterrumpidas que permitan remontar la sardana con la Grecia antigua. Por lo tanto, estas especulaciones tendrían que cesar”.
Conclusiones:
La sardana es un invento de mediados de siglo XIX. El nacionalismo de derechas del s.XIX busca la creación e institucionalización de nuevos mitos y nuevas tradiciones para una Cataluña moderna y soberana.
Se justifica así la invención de una sardana “tradicional”: un baile y una música de moda en aquel momento, con vínculos con la zarzuela y la opereta italiana, se somete a un proceso de mitificación por razones políticas e ideológicas, todo inventándose raíces antiguas y tradicionales. Deviene, así, en danza “nacional” de Cataluña.
Paralelamente, se fue construyendo y forjando el mito de Pep Ventura: idealización histórica, literaria y musical, tergiversándose conscientemente su imagen, hasta llegar a proscribir buena parte de su obra musical por “poco catalanista”.
Este proceso es el que algunos autores llaman “tradición inventada”: la necesidad de tradiciones que tiene la sociedad es lo que provoca su invención en las épocas de rápidas mutaciones socio-económicas o políticas, como fue la Revolución Industrial y la “Renaixença” a finales del s.XIX. Y es en este contexto –sin mitos ni leyendas- donde hemos de encontrar el origen y el sentido de la sardana.
¡Otro mito!
Podéis consultar aquí:
http://www.redacciodigital.com/redac...l/el_mite.html
http://www.museuemporda.org/pdf/2009-07/pepventura.pdf
http://ferransala.com/?p=5132
http://www.arrakis.es/~enricang/lite...ll/sardana.htm
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=513
P.S.: Paradójicamente la sardana tiene tanta antigüedad en Cataluña como las sevillanas.
“En el momento de estudiar la sardana y su historia, es preciso tener en cuenta que lleva el mismo tiempo en Cataluña que las sevillanas. Puede extrañar de buenas a primeras, porque la sevillana siempre se ha acabado asociando al folclore andaluz. Pero el caso es que al igual que el flamenco, son músicas y bailes con larga trayectoria en el Principado” (redacciodigital.com)
4. Mito: España existe sólo desde hace 300 años
Suspendido en Historia… Eso no es sólo un mito, sino una rotunda falsedad. Un ejemplo de cómo el nacionalismo catalán moldea la Historia como si fuera plastelina, adaptándola a sus intereses de forma torticera.
La Península Ibérica ha vivido siempre en unidad política y cultural, desde la antigüedad:
Con el Imperio Romano, una sola unidad Peninsular. El territorio de la actual Cataluña no formaba ninguna unidad en sí misma, sino que se integraba en las diferentes provincias de la Hispania romana, la cual gozaba de completa unidad política y cultural. Dependía de Roma, sí. Pero dependía toda ella como unidad política y cultural, fruto de un mismo sustrato ibérico.
En la época visigoda, un solo Reino. Los visigodos crearon un reino con capital previamente en Barcelona y después, definitivamente, en Toledo. Este reino cubría la práctica totalidad de la Península Ibérica *(unidad territorial que consumó el rey visigodo Suntila en el 630 al expulsar definitivamente a los bizantinos y la conquistar el Algarbe, consolidado así la Unidad Peninsular)*, manteniéndose así aquella unidad política y cultural que hemos visto con Roma, siendo heredero del derecho, lengua y civilización.
En la época árabe, un solo Califato. Los árabes conquistaron casi toda la Península (excepto una pequeña franja al norte), y unida la mantuvieron bajo el Califato de Córdoba.
En la época contemporánea, una sola Corona. Cuando hablamos de “Corona de Aragón” y “Castilla”, tenemos que decir que éstas nacieron en un contexto histórico determinado como es la Reconquista y la lucha contra el estado árabe peninsular. Desde el primer momento, se produjo la tendencia constante hacia la reunificación peninsular. Por ejemplo, en cuanto a la vertiente que nos ocupa:
- Primero, con la unión de los condados de Urgel, Ribagorza, Cerdaña, etc., bajo el caudillaje del Conde de Barcelona.
- Después, la integración de dicho Condado en la Corona de Aragón.
- Y finalmente, la unión personal de ésta con Castilla y, después, con Navarra.
Por lo tanto, observamos unidad política y cultural en las épocas romana, visigoda, árabe y contemporánea. Sólo en tiempos de crisis y transición, esta unidad se ha roto, temporalmente:
-Crisis del estado árabe: reinos de taifas.
-Crisis Y República: cantonalismo
-Transición reconquista: nacimiento de condados y reinos, con tendencia constante hacia la reunificación de los contados, reinos y coronas.
España no nace hace 300 años con la crisis institucional de 1714, ni tampoco nace en el s.XV con el matrimonio de Isabel y Fernando. España (o la unidad política y cultural que representa) es una realidad histórica desde hace más de 2.000 años. En cambio, Cataluña es sólo una gota en el mar de la Historia.
En resumen: La unidad cultural y política de la Península ha sido constante a lo largo de la Historia, rota en momentos de crisis o transición (taifas, cantonalismo, reinos en la Reconquista…).
Incluso durante la Edad Media, se observa una tendencia clara, gradual y constante hacia la unidad entre los diferentes condados, reinos y coronas de la península.
Otro mito, éste suficientemente estrambótico, inventado por los nacionalistas con la finalidad de adaptar la Historia, la cruda verdad, a sus intereses. Esta manipulación no ayuda en nada a la causa nacionalista, sino que la ensucia.
5. Mito: España y Francia se repartieron Cataluña como botín de guerra. Por eso la Cataluña Norte se encuentra bajo la opresión francesa
No es sólo un mito, sino una falsedad como un piano de cola, pero de aquéllos grandes.
No hubo botín de guerra, sencillamente porque Cataluña no perdió ninguna guerra, ni España ganó ninguna batalla en aquel momento.
En el siglo XVII, hubo varias guerras entre Francia (fuerte, con ánimos de expandirse) y España (en crisis después de haber perdido la guerra contra Holanda e Inglaterra).
Consecuencia de esta debilidad, sucesivamente la Corona Hispánica fue perdiendo territorios, a favor de Francia: Así, por el Tratado de los Pirineos (1659), Francia no se queda sólo con el Rosellón, sino también con Artois (norte de Francia, paso de Calais), puntos estratégicos en Flandes y Luxemburgo, etc. Anteriormente, Francia se quedó también con Alsacia, Lorena, el Franco Contado, etc.
En resumidas cuentas: fue el expansionismo de Francia, aprovechándose de la debilidad de aquel momento de la Corona Hispánica, como Francia arañó el Rosellón, entre otros territorios mucho más estratégicos e importantes que el Rosellón.
No es correcto, pues, la tesis del “botín de guerra”. Más mitos y mentiras.
6. Mito: El mito de los “Países Catalanes”: cuando los nombres hacen la cosa.
“La unidad de todos el territorios de habla catalana sería más clara si hubiera un término que los englobara. Porque los nombres –ay!- hacen la cosa”. (Joan Fuster, “Dulce Cataluña”, nº 43, 1970)
El origen del mito
A pesar de nuestra milenaria historia, la primera vez que encontramos por escrito los términos Países Catalanes o Gran Cataluña fue a finales del s. XIX, en el contexto del nacimiento del nacionalismo catalán y de su inseparable historiografía romántica. Desde buen comienzo, con aquellos términos se quiso describir no sólo un hecho cultural y lingüístico (“tierras de lengua catalana”, de forma similar a los franceses con su Francofonía), sino un proyecto político que aglutinaría aquellas tierras. Así, por ejemplo, el 1886, Narcís Roca i Farreras a la revista L’Arch de Sant Martí hacía referencia a la “simpatía de todos los Países Catalanes de un lado y el otro el Ebro, de un lado y el otro de los Pirineo Orientales”. O el mismo Prat de la Riba, cuando escribe “la lengua es la Patria”, en La Nacionalidad Catalana (1906).
El término se recuperó en los años 30 del siglo XX. Así, en mayo de 1934 encontramos el manifiesto “Desviaciones en los conceptos de lengua y de Patria”, firmado entre otros por Pompeu Fabra, Rovira i Virgili, Massó-Torrents, Pere Bohigas… podemos leer: “Nuestra Patria, para nosotros, es el territorio donde se habla la lengua catalana (…). El debilitamiento y la desaparición del sentimiento de unidad coincide con los tiempos de decadencia, y no hay que decir que la nación que nos gobierna ha procurado –y procura todavía-, por todos los medios, fomentar y acentuar la divergencia entre los Países Catalanes”. Además, en esta década, se concreta como proyecto político tal y cómo observamos en los programas de algunos partidos (Unió Democràtica) y en algunos escritores (J. Carbonell i Gener).
A pesar de estos antecedentes, el mito propiamente dicho nace a los años 60 del siglo XX en el contexto de la (virtual) oposición al franquismo por parte del nacionalismo catalán:
Primero, encontramos la tarea de reidentificació “nacional”, en el contexto dicho de lucha antifranquista, puesta en marcha por un grupo de intel•lectuals nacionalistas, como por ejemplo Max Cahner y Joan Fuster, y financiada por Òmnium Cultural. Se trata de un proyecto de construcción identitario basado en la lengua catalana como piedra angular de esta identidad.
Segundo, a este proyecto identitario le tenemos que poner un nombre. Joan Fuster, en su conocido folleto “Cuestión de nombres” (1962), recupera aquella terminología decimonónica que hemos visto a los antecedentes.
Tercero, ahora que ya tenemos nombre, debemos empezar a definir el contenido y significado de ese nombre. Aquí encontramos, primero, el Congreso de Cultura Catalana (1976-1977) que lo define, en su Manifiesto, como “comunidad de cultura que se ha desarrollado a lo largo de una historia de más de mil años, una comunidad básicamente homogénea y específica, consciente de que lo es y con la voluntad de continuar siéndolo”. Inmediatamente, esta comunidad de cultura deviene proyecto político en muchos programas electorales de partidos los cuales, incluso, nos gobiernan.
En definitiva, es durante las últimas décadas del franquismo (años 60-70) cuando nace -impulsado por algunos intelectuales burgueses- un proyecto reidentitario-lingüístico, de raíz nacionalista catalán, al cual se le busca un nombre para, después, definir y dar forma su concepto. Una vez definido, es el momento de intentar hacer realidad el mito de País: de poner en marcha el proyecto de unos Países Catalanes.
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La definición del mito
Hemos visto como el “Manifiesto de la cultura catalana” (1977) definía los “Países Catalanes” según estos cuatro elementos: a) comunidad de cultura; b) base histórica de más de mil años; c) homogénea y específica; d) consciente de serlo y voluntad de continuar. Podemos hacer los comentarios siguientes:
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a) Comunidad de cultura:
Lengua y Patria son elementos inseparables en el nacionalismo catalán: lo hemos visto con Prat de la Riba, cuando escribió “la lengua es la Patria” en La Nacionalidad Catalana (1906); o Pompeu Fabra, Rovira i Virgili y otros intelectuales firmantes del manifiesto de 1934 “Desviaciones en los conceptos de lengua y de Patria” con el párrafo ya citado, que empieza diciendo: “Nuestra Patria, para nosotros, es el territorio donde se habla la lengua catalana (…)”.
Además, deja de ser una simple comunidad de cultura para convertirse en proyecto político, al incluirse tal concepto en programas electorales de varios partidos, como por ejemplo la UDC de los años 30, o actualmente en partidos que nos han gobernado hace poco como ERC, el cual afirma que “la Nación Catalana ha sido dividida en diferentes territorios por imperativos políticos: la Cataluña Norte, el Principado, la Franja de Ponente, el País Valenciano, las Baleares y Pitiüses, Andorra. Este desmembramiento, fruto de más de 300 años de opresión por parte de los Estados español y francés, ha hecho que los diferentes territorios hayan vivido ignorándose los unos en los otros o, en el peor de los casos, ignorando su propia identidad” (artículo 13 de la Declaración ideológica de ERC, XIX Congreso Nacional, 19/12/1993).
Encontramos declaraciones similares a otros partidos y coaliciones, como por ejemplo las CUP, Solidaritat, Reagrupament, PSAN, etc, y hacen pedagogía popular de este proyecto político cantando eslóganes como por ejemplo “sin Valencia no hay independencia”, o “Queremos, queremos, queremos independencia, queremos Países Catalanes”.
Por lo tanto, podemos afirmar sin equivocarnos que el concepto “Países Catalanes” trasciende la lingüística y la cultura: es un proyecto político.
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b) Base histórica:
“Más de mil años de historia tienen los Países Catalanes”, dicen estos intelectuales nacionalistas, quienes acaban de definir un proyecto teórico y ahora se disponen a hacerlo realidad. Es un ejemplo de historiografía romántica en pleno siglo XX, todo el contrario de la historiografía científica. Y también un anacronismo: leer la historia con las gafas nacionalistas contemporáneas que acaban se acaban de comprar.
Los “Países Catalanes” no han existido nunca como sujeto político. Los impulsores del proyecto se refieren a la Corona de Aragón, pero ésta es otra cosa: se trata el conjunto de reinos que estuvieron sometidos al Rey de Aragón, entre los siglos XII y XV, donde encontramos no sólo el territorios de lengua catalana, sino también otras reinos como por ejemplo la propia Aragón, Valencia parcialmente, Sicilia, Córcega, Cerdeña, Nápoles y los ducados de Atenas y Neopatria. Es decir, no es la lengua el eje vertebrador de la Corona de Aragón sino la sumisión a la jurisdicción de un Rey, criterio propio de la Edad Media, la cual tenemos que leer con sus propios ojos –y no con nuestros criterios contemporáneos– si no queremos caer en anacronismo.
Pero más importante me parece la auto-identidad que tenían los habitantes del Principado, la cual era marcadamente hispánica. Se sentían herederos de la hispania romana y visigoda, y habían denominado, siglos atrás, su cuna como “Marca Hispánica”, no catalana. Esta identidad profundamente hispánica la encontramos en Jaime I el Conquistador, donde podemos leer en su Crónica, refiriéndose en su padre, que «nuestro padre el rey Pedro fue el más franco de cuántos hubo en España» (Crónica, 6). Hablando del noble catalán Guillermo de Cervera dice que era «de aquellos más sabios hombres de España» (34). Se refiere a sus fuerzas militares como «las fuerzas de las mejores de España» (21). En otro capítulo (el 392) dice que Cataluña «es el mejor reino de España» y «la más honrada tierra de España». En repetidas ocasiones se refiere Jaime I a los «cinco reinos de España», estos son: León, Castilla, Navarra, Aragón y Portugal.
Lo mismo podemos leer en la Crónica de Bernat Desclot, cuando narra un viaje del Conde de Barcelona a Alemania para entrevistarse con el Emperador. Se presenta diciendo: «Señor, yo soy un caballero de España». Y se presenta a la Emperatriz diciendo: «Yo soy un Conde de España a quien dicen el Conde de Barcelona». El Emperador dice a su séquito: «… han venido dos caballeros de España, de la tierra de Cataluña» (Desclot, Cap. VIII). [Textos extraídos de Marcel Capdeferro, “Otra Historia de Cataluña”].
Y es que Cataluña ya tenía identidad propia mucho antes de que naciera el nacionalismo en el s.XIX, y antes de que se esbozara ningún proyecto identitario basado en la lengua como piedra angular de esta identidad. La identidad milenaria catalana encuentra su origen en el proceso de reunificación y reconquista peninsular medieval, corriente histórica marcadamente hispánica. Que Guilfredo el Piloso viviera en la “Marca Hispánica”, no catalana, es significativo. Y que Jaime I se autodefiniera en sus Crónicas como uno de los cinco reyes de España, junto con León, Castilla, Navarra y Portugal, es determinante.
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c) Homogénea y específica:
Emplear estos dos adjetivos en 1977, podría parecer la manifestación de un deseo y no la descripción de un hecho. Pero leído en 2011, esto es la constatación del error nacionalista: hoy, hemos visto caer muchos de los “hechos diferenciales” que nos eran específicos y que nos homogeneizaban a todos juntos como miembros de la misma tribu. Los catalanes no somos ni más honrados ni más limpios que los de la Meseta (aquí la corrupción también es posible), ni más listos, ni más altos. Demografía, geopolítica, globalización, multiculturalidad, son retos homogéneos… pero de la aldea global.
El único hecho homogéneo y específico lo encontramos, no en los Países Catalanes, sino en el Principado y en las Provincias Vascas: la existencia común de un nacionalismo identitario, autodestructivo y empobrecedor, que reniega de sus orígenes históricos, y que ha encontrado en el odio a España el único combustible para ir pasando los días, para justificar el mantenimiento de sus posaderas en las poltronas, y para malversar impunemente bajo la sombra de la senyera.
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d) Conscientes de serlo, y voluntad de permanencia en el futuro:
Ni somos ni queremos ser. Treinta años después del Manifiesto, queda claro que los andorranos quieren ser andorranos, y que ni valencianos, ni mallorquines, ni alguerenses ni roselloneses, quieren ser catalanes. Los habitantes de Carche, en Murcia, tampoco. Porque no lo son, y no lo han sido nunca catalanes –excepto los roselloneses-.
Marc Prenafeta explicaba que en Alguer, durante los actos conmemorativos del concuentenario de “lo retrobament” (el reencuentro) entre Cataluña y el Alguer, se hablaba catalán barcelonés y poco alguerés. No estaban las autoridades algueresas, sino sólo las de la Generalitat, que fueron todos juntos al Alguer un fin de semana a hacer discursos inacabables sobre el Alguer y Cataluña, presentaciones de libros, degustaciones gastronómicas, regatas deportivas… financiado todo por la Generalitat, por supuesto. Como un fin de semana en una casa rural con los amigos, pero gratis y con nivel.
También observamos indiferencia en la Cataluña Norte, donde a pesar de las numerosas asociaciones civiles procatalanas, el apoyo social es casi residual: en últimas elecciones, hemos visto como el candidato de Convergència en el Rosselló, Jordi Vera, ha sido el menos votado en su propio cantón, con sólo 93 votos! Los ganadores, la UPM de Sarkozy y el FN de Le Pen.
En Valencia encontramos –más que indiferencia– activa resistencia y antipatía hacia el proyecto de los Países Catalanes, no sólo entre las clases populares sino también entre las dirigentes, a pesar de las cuantiosas subvenciones que la Generalitat catalana otorga al proyecto (Eliseu Climent y esposa).
Y es que esto de los Países Catalanes es “todo para los Países Catalanes, pero sin los Països Catalans”: un proyecto impulsado por el élite nacionalista del Principado, que no responde a ninguna realidad ni reclamación social, ni tampoco disfruta del espaldarazo de las élites locales valencianas, algueresas, etc.
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Conclusión
En las últimas décadas del franquismo (años 60-70 del s. XX), algunos intelectuales nacionalistas –de raíz romántica decimonònica- impulsan un proyecto de reidentificación “nacional” donde encuentran en la lengua catalana el eje vertebrador, la piedra angular, de la identidad catalana. Están financiados por Òmnium Cultural y son, entre otros Max Cahner y Joan Fuster.
Buscando un nombre para el proyecto, encuentran el término “Países Catalanes” (Joan Fuster, “Cuestión de nombres”, 1962), empleado por primera vez a finales del XIX.
Una voz encontrado el nombre, tienen que definir y dar forma al concepto, lo cual realizan en el Congreso de Cultura Catalana (1976-1977), cuyo Manifiesto final define los Países Catalanes como “comunidad de cultura que se ha desarrollado a lo largo de una historia de más de mil años, una comunidad básicamente homogénea y específica, consciente que lo es y con la voluntad de continuar siéndolo”.
Finalmente, una vez tenemos nombre y lo hemos definido, llega la hora de hacer realidad el mito de País: es el momento de poner en marcha el proyecto de unos Países Catalanes, lo cual sucede a partir de aquel Congreso de 1977.
En su ejecución, el proyecto ha sido recibido con indiferencia o incluso –cómo es el caso de Valencia- con resistencia y antipatía. Y es que se trata de un proyecto ideado por las élites del Principado, pero que no responde a ninguna realidad ni reclamación social, ni tampoco disfruta del espaldarazo de las élites locales valencianas, mallorquinas, etc, cómo ha quedado patente treinta años más tarde. “Todo para los Países Catalanes, pero sin los Países Catalanes”.
Y es que el proyecto sufre defectos estructurales: en primer lugar, los impulsores han confundido el hecho cultural y lingüístico con la organización política, lo cual no es culpa de ellos, sino que viene de antiguo: ya Prat de la Riba dijo que “la lengua es la Patria”, ergo si hablamos la misma lengua desde Salses hasta Guardamar, pues es difícil superar aquella confusión. En segundo lugar, han sustituido la identidad catalana milenaria –de profunda impronta hispánica- por la lingüística, lo cual tampoco ayuda a superar la confusión mencionada. Finalmente, la historia no les da la razón: valencianos y mallorquines, mayoritariamente, ni son ni quieren ser catalanes, porque no lo han sido nunca: la Corona de Aragón era otra cosa, a pesar de que los impulsores del proyecto aleguen a Jaime I como padre espiritual de un proyecto que se han inventado ellos.
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Recomendaciones:
VARGAS RUBIO, Rodolfo: “El mito de los “países catalanes”: un jacobinismo a escala regional“, en elmanifiesto.com, 19 de septiembre de 2007
CIURANA ROMAN, Pere: “Països Catalans: història d’un concepte que no té origen”, al blog Dices tú, 30 de gener de 2011
JAVI HISPÁNICO (pseudònim): “Origen del nacionalismo catalán”, en el blog El Principat de Catalunya, 1 de marzo de 2011
7. Mito: Cataluña ha vivido siempre de espaldas a la Península, y mirando al Mediterráneo.
Extracto de “Otra Historia de Cataluña”, de Marcelo Capdeferro, Editorial Acervo, 1990, 2ª edición revisada.
“LA HISPANIDAD DE CATALUÑA”
Cataluña se fue formando lentamente desde el siglo IX al XIII en el seno de la Marca Hispánica, y como consecuencia del feudalismo. (…)
La futura Cataluña formó parte del país que los griegos llamaron Iberia y los romanos Hispania; formó parte de la Hispania romana y visigoda. Sus raíces son pues profundamente hispanas. (…)
No existe duda de que propios y extraños tenían conciencia entonces de que la futura Cataluña formaba parte de Hispania. Carlomagno y sus sucesores respetaron en la Septimania y en la futura Cataluña el FORUM JUDICUM romano-visigodo: «Carlomagno y sus inmediatos sucesores crearon un régimen especial de privilegio, el llamado “régimen de los hispanos”…», dice Ferran Soldevila (Història de Catalunya).
El territorio hispano conquistado a los árabes por los francos fue llamado con el significativo nombre de MARCA HISPÁNICA.
Eginhard, secretario y cronista de Carlomagno, se refiere repetidas veces a la hispanidad de nuestra tierra con frases como: «Aquel mismo verano fue capturada Barcelona, ciudad de Hispania». También el cronista Fontanelle se refiere a «Barchinonae, urbem Hispaniae».
Un concilio celebrado en Saint Pilles en 1092 declaraba que «Tarragona era desde tiempos antiguos la más noble de las metrópolis hispanas». El Papa Anastasio IV promulgó un decreto (1154) por el asignaba a la recién reconstruida sede metropolitana de Tarragona las diócesis de Zaragoza, Huesca, Pamplona, Tarazona y Calahorra, además de las catalanas. Dichas diócesis formaron parte de la provincia eclesiástica tarraconense hasta bien entrado el siglo XIV en que se constituyó la Archidiócesis de Zaragoza. Nótese que entonces, siglo XII, la provincia eclesiástica tarraconense comprendía diócesis no sólo de Aragón y Cataluña (aún no nata), unidos desde 1137, sino del reino independiente de Navarra. Si no fuera por su tronco común hispano, ¿cómo podía una Archidiócesis estar compuesta por diócesis de diversas naciones?
En el campo catalán existió también una total coincidencia en este terreno: Ya los USATGES llaman a Ramón Berenguer I «Hispaniae subjugator» (dominador de Hispania).
Las grandes Crónicas catalanas que, según Ángel Guimerá, son «algo así como los cuatro Evangelios de la Historia de Cataluña», contienen una serie de manifestaciones que atestiguan la referida coincidencia de hispanidad.
Jaime I, al que Rovira Virgili llama «padre de la nacionalidad catalana», tiene en su Crónica expresiones como las siguientes:
Refiriéndose a su padre, dice: «Nuestro padre el rey Pedro fue el rey más franco de cuantos hubo en España» (Crónica, 6). Hablando del noble catalán Guillem de Cervera dice que era «de los más sabios hombres de España» (34). Se refiere a sus fuerzas militares como «la fuerza que es de las mejores de España» (21). En otro capítulo (el 392) dice que Cataluña «es el mejor reino de España» y «la más honrada tierra de España». En repetidas ocasiones se refiere Jaime I a los «cinco reinos de España», eso es León, Castilla, Navarra, Aragón y Portugal.
Lo mismo acontece en la Crónica de Bernat Desclot. Refiriéndose a la batalla de las Navas de Tolosa narra los sucesos en los que intervinieron «los tres reyes de España, de los cuales no de ellos fue el rey de Aragón» (Cap. IV). Narra Desclot un viaje del Conde de Barcelona a Alemania para entrevistarse con el Emperador. Se presenta diciendo: «Señor, yo soy un caballero de España». Y se presenta a la Emperatriz diciendo: «Yo soy un Conde de España al que llaman el Conde de Barcelona». El Emperador dice a su séquito: «… han venido dos caballeros de España, de la tierra de Cataluña» (Cap VIII).
8. Mito: Lluís Companys, mártir catalán, demócrata auténtico.
“El pajarito”. Éste es la apodo por el que se conoce a un personaje tenebroso y oscuro, que causó miles de asesinatos a causa a su cobardía y falta de coraje, y que tan sólo demostró un poco de valentía en el momento de su muerte. El personaje en cuestión no es otro que el actualmente venerado hasta el aburrimiento Lluís Companys i Jover, «El Pajarito» ( 1 ).
La biografía de Companys es extensa y compleja, y repasando su militancia política sorprende la falta de una línea ideológica clara, pasando de ser un abogado de anarquistas a ser miembro destacado del partido derechista de Melquíades Alvarez o abanderado de la izquierda más independentista. Actualmente la palabra que podría definir a este personaje sería la de «trepa», es decir, aquella persona que desprovista de ideología política lucha para conseguir llegar al máximo de sus ambiciones políticas sin ningún tipo de escrúpulo.
Lluís Companys i Jover nació en Tarrós (Lleida) el 1883, estudió derecho en Barcelona y de joven contactó con grupos lerrouxistas. Su falta de fe catalanista lo llevó a militar en el Partido Reformista de Melquíades Álvarez (político asturiano de extrema derecha que murió asesinado en la prisión Modelo de Madrid en 1936), su adscripción españolista y derechista duró unos años, de 1912 a 1915, lo suficiente para ver que no podía colmar sus desmesuradas ambiciones de poder y de gloria.
El 1917 pensó en crear su propio partido, el Partido Republicano Catalán, junto con Marcelino Domingo (futuro ministro español de Agricultura, Industria y Comercio y Francesc Layret (“el chico del azúcar”, asesinado el 1920 en Barcelona por miembros del Sindicato Libre), y lo llevó a defender grupos de pistoleros anarquistas acusados de asesinatos. Durante estas fechas los militantes anarcosindicalistas conocen a su defensor por el apodo de “Pajarito” (por lo bien que “piaba” defendiendo las tropelías de aquellas pandillas de desarraigados). Su radicalización y la vehemencia con la que defendía a los criminales le llevó a su detención en 1920, siendo encarcelado en Mahón (en la prisión de la Mola) por provocador y por alentar el uso de la violencia.
Liberado poco después fundó la «Unión de Rabassaires», a partir de una idea del pagès Francesc Riera (alcalde de Martorell), y tuvo una destacada actuación con ocasión de la Ley de Contratos que motivó la radicalización campesina y el enfrentamiento con las clases acomodadas y derechistas de la burguesía catalana (lo que en la actualidad representaría Convergència). La agitación del campo fue muy intensa y los conflictos entre “rabassaires” y jornaleros, por un lado, y propietarios, por otra, condujo a Cataluña a una incensante espiral de tensión.
Companys se radicaliza cada vez más, y cambia su talante anarquista por una ideología mezcla de independentismo y de anarquismo-marxismo, alimentada por su afán de protagonismo. El 1930 entró a formar parte del Comité Revolucionario de Cataluña y participó en la fundación de Esquerra Republicana de Cataluña. A partir de este momento sus ambiciones se ven colmadas, y empieza una carrera política en aumento (concejal del Ayuntamiento de Barcelona en 1931, gobernador civil de Barcelona, diputado al Parlamento español y al catalán en 1932 y ministro de la Marina de España en 1933). Pero la culminación de sus sueños llega el año 1934, con la muerte del Presidente Macià. Es entonces cuando Companys es nombrado presidente de la Generalitat Republicana, con la oposición de los miembros de la Lliga (encabezados por Francesc Cambó), y protagonizará uno de los episodios más negros y oscuros de la vida de Cataluña: el 6 de Octubre.
El 28 de junio murió Joan Selvas, Consejero de Gobernación, y fue inmediatamente sustituido por el radicalizado Josep Dencàs (miembro de Estat Català, grupo integrado dentro del Esquerra Republicana). El dos de octubre el gobierno Samper, dimite y Lerroux es el encargado de formar nuevo gobierno. Entraron a su gobierno tres miembros de la CEDA -la derecha española-, y las izquierdas, no pudiéndolo soportar, convocan huelga general. Se en este contexto que Companys (3) arrastrado por su mesianismo y por los consejos de sus hombres de confianza más nacionalistas (Dencàs, principalmente) decretó a las ocho horas y diez minutos del 6 de Octubre el Estado Catalán dentro de la República Española (4).
Companys pretendía iniciar una revolución izquierdista con la ayuda de los miembros más radicalizados del nacionalismo catalán (Dencàs y sus pelotones, Compte y los miembros del CADCI, etc), que junto con un levantamiento en toda España (la revolución sólo triunfa a Asturias) (5), terminara con el gobierno derechista de Lerroux (6). Grupos nacionalistas organizaron concentraciones paramilitares («Nosaltres sols», «Partido Nacionalista Catalán», «Jóvenes de Estado Catalán», etc) en la plaza Universitat de Barcelona, para conseguir el apoyo de la juventud a la insurrección.
Los hechos del 6 de Octubre terminaron el día siguiente, cuando Companys se rindió al General Batet (7).Cuatro disparos, un militar y un par de nacionalistas muertos en el local del CADCI (Jaume Compte y González Alba) es el resultado de aquella alocada aventura de Companys (8). Los desesperados intentos que “El Pajarito” había hecho por radio para que los catalanes acudieran a apoyarlo, fracasaron. Se quedó sólo. Ni sus compañeros anarquistas acudieron a salvarlo. Fue detenido y condenado a treinta años de prisión. La aventura acabó cómicamente cuando Dencàs y otros miembros de Estat Català y ERC huyeron por el alcantarillado de la Generalitat en una aventura tragicómica que los llevó hasta Italia.
Pero el febrero de 1936 las izquierdas ganan las elecciones y Azaña formó el nuevo gobierno de la República y liberó a Companys, que vuelve a la Presidencia de la Generalitat. Los hechos se precipitaron en Cataluña, caen los primeros hombres de derechas asesinados (los hermanos Miquel y Josep Bahía el 28 de abril de 1936), se empiezan a quemar iglesias y las amenazas se vuelven realidad por todas partes y el levantamiento militar del 18 de julio hace despertar en Cataluña una revolución anarquista que ocasionó miles de muertos. El fracaso en Barcelona de la insurrección lleva a los miembros de las izquierdas a organizarse a través del “Comité de Defensa Confederal”, dirigido por Durruti y García Oliver. Los amigos de Companys exigieron al Presidente el reparto de armas y éste no sólo no se opuso sino que lo alentó (treinta mil fusiles, ametralladoras y cartuchos fueron repartidos entre las masas). El resultado fue la locura, la muerte y la destrucción (9).
La aparición de comités de todo tipo, formados por miembros del Frente Popular (militantes de ERC, de la CNT y otros) los abocó a tomar el poder por la fuerza. El comisario de orden público, general Escofet, dimite de su cargo por que no se quiere hacer responsable del desorden y de las muertes. Companys reúne a sus consejeros y se alegra de la Revolución. Les ofrece el poder. El crimen y la anarquía son recompensados por el Presidente de la Generalitat, quien creó personamente el “Comité Central de Milicias Antifascistas”, auténtico poder durante aquellos años.
En enero de 1939 se exilió en Francia, pero fue detenido por la Gestapo, entregado a las autoridades españolas y sometido a un consejo de guerra. Fue fusilado el 15 d ‘octubre de 1940 en el Castillo de Montjuic. Parece ser que fue el único momento de gallardía de su vida, cuando ante el pelotón de fusilamiento pidió descalzarse para tocar con sus pies desnudos la tierra catalana, que tanto le había hecho sufrir.
El general Franco alagó a Companys al darle la oportunidad de redimirse con su ejecución. Es posible que si se le hubiera perdonado, en la actualidad Companys sólo sería un mal recuerdo para todos los catalanes.
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Notas:
(1).- Se pueden leer anécdotas de estos hechos al libro de J. M. Fontana ‘Los catalanes en la guerra de España’, Ediciones Acervo.
(2).- Acerca de la participación de los catalanes en el gobierno de España desde el siglo XIX hasta la actualidad, se puede consultar el libro de Vidal y Folch ‘Los catalanes y el poder’, Ediciones El País-Aguilar.
(3).- Companys manisfestó a sus colaboradores: «Ahora ya no dirán que no soy catalanista». Se recoge esta frase a muchos libros, como por ejemplo en “Los catalanes en la Guerra de España”. Actualmente la historiografia nacionalista niega esta frase, pronunciada por un hombre que necesitaba fortalecer unas posiciones nacionalistas que hasta aquel momento eran dudosas.
(4).- «Catalans!, les forces monàrquiques i feixistes…». El texto íntegro de su discurso lo podéis encontrar en ‘Historia de Cataluña’ de Pierre Vilar. Volumen I.
(5).- El chiste «Vale más huevos a la asturiana que gallina a la catalana» hace referencia a la bravura de los anarquistas asturianos en comparación con el miedo y la deserción que caracterizó el comportamiento de los nacionalistas catalanes.
(6).- Las causas del levantamiento de Companys, a pesar de ser muy oscuras, podríamos enmarcarlas dentro de la polémica desatada a partir de la Ley de Contratos de Cultivo. Esto comportó un enfrentamiento entre Companys contra la Liga y el gobierno Central.
(7).- « …los desperfectos en los edificios fueron realizados mediante proyectiles que no podían explotar. Batet quiere evitar mártires y causar daños irreparables. A las seis de la mañana, Companys comunica a Batet que se quiere rendir». Pierre Vilar ,’De la revolución de septiembre a finales de la Guerra Civil’. Historia de Cataluña. Volumen VI.
(8).- «… la tibieza patriótica y sobre todo la intriga eligieron a Lluís Companys, abogado de la CNT, no excesivamente fervoroso en Catalanismo…», «Companys ponía en marcha la Generalitat en una aventura revolucionaria que tenía que suscitar la antipatía de toda Europa contra Cataluña…», «Aquella noche trágica del 6 al 7 de Octubre de 1934, Esquerra trajo la causa de Cataluña al terreno de la violencia, único en que podía y debía perder, comprometiéndose en una revuelta de tipo comunista…». Carles Cardó, ‘Las dos Tradiciones’. Historia Espiritual de les Espanyes.
(9).- «Hay entre nosotros tres instituciones violentamente odiables, y de las cuales el pueblo, año tras año, se sentía amargado, es decir: el clericalismo, el militarismo y el latifundismo. El movimiento del cual sois testigos es la explosión de una cólera inmensa, de una inmensa necesidad de venganza. Esta cólera explica el carácter impetuoso de este movimiento». Declaraciones de Lluís Companys el 1936 a la revista francesa ‘Vu en Espagne’». «El problema del Catolicismo en Cataluña no se planteará, porque todas las iglesias han sido destruidas…», declaraciones al periódico ‘L’Ouvre’», recogido en el libro ‘Mártires del Penedès’, de Salvador Nonell.
9. Mito: Catalunya viviría mejor si no fuera víctima de Madrit.
Claro está, una vez alcanzada la independencia… automáticamente, el desempleo desaparecerá, las autopistas serán gratuitas, la sanidad pública mejorará… y los ciegos verán, los cojos andarán, los leprosos se curarán, lloverá maná del cielo, disfrutaremos de la utopía viva y personificada, del paraíso en la Tierra.
Pues, no señores. Ni nuestros problemas vienen de Madrit (fuente de toda maldad y perversión), ni los niños vienen de París, ni Papá Noel vive en el Polo Norte. Lamento haber roto falsas ilusiones.
Tenemos que superar esta actitud “victimista”, con el fin de poder afrontar los retos.
Cataluña vivirá mejor si los catalanes volvemos a movernos como antes, cuando éramos admirados por todo el mundo por nuestra laboriosidad, nuestro juicio, nuestro empuje, y nuestra creatividad. Por ejemplo, aquellos catalanes universales como Salvador Dalí, Joan Miró, Antoni Gaudí, Santiago Rusiñol, Juan Antonio Samaranch, Montserrat Caballé (jubilada). ¿Dónde están los catalanes universales de hoy día? Hoy sólo resuena un victimismo patético que no lleva a ningún sitio.
Tenemos que espabilar. Necesitamos una cura colectivo (o un par de ostias colectivas, no lo sé) que nos quite esta estupidez mental de encima.
Y es que eso del “victimismo” no es ningún mito: es una tontería bien real.
10. Mito: Cataluña quiere la independencia.
Somos los catalanes, las personas que vivimos y trabajamos, los que podemos querer la independencia o no quererla.
Pero no Cataluña, la cual no es ningún ser vivo, no puede tener voluntad ni transmitirla por ninguna parte. Me hace mucha gracia cuando sale un iluminado nacionalista por la tele y dice: “Cataluña quiere esto, Cataluña no quiere aquello otro”. ¿Y tú como lo sabes? ¿Te lo a dicho a ti? ¿Me podrías presentar a Cataluña?
Los catalanes no queremos la independencia. Sólo es preciso observar los resultados electorales: los votos independentistas no llegan al 20%. Y si observemos las “Consultas” éstas que hacen ahora, peor aún: hasta el momento, sólo se han realizado en las zonas más nacionalistas (Vic, Girona, etc), y el resultado ha sido, a la última de Abril 2010, del ¡¡20% de participación!! En las zonas más nacionalistas. Y pudiendo votar los inmigrantes y los menores de edad mayores de 16 años.
Esto, además de un mito, es una bobada.
11. Mito: en Catalunya debemos pagar peajes y Andalucía tiene autovías gratuitas.
En efecto, por desgracia en Cataluña tenemos peajes por todas partes.
Los peajes de Cataluña son creación y titularidad autonómica, no estatal: es la Generalitat quien las crea, es titular, y determina el precio del peaje. Peajes como los de Las Fuentes, el Garraf, el Maresme, Vallvidrera, Cadí, etc…
(Excepto los de las AP7 y AP2, que se construyeron a principios de los años 70, por lo tanto son de titularidad estatal. La Generalitat no quiere asumir el traspaso de la titularidad de estas dos autopistas, con el fin de no tener que pagar el rescate a la empresa concesionaria. Si no fuera por eso, serían autonómicas también).
La Generalitat, cuando construyó sus autopistas, podría haber escogido otras alternativas, por ejemplo,
- Hacer “peajes en la sombra”, como lo que se hace ahora por ejemplo en la C-35, cerca de Llagostera. Los peajes en la sombra permiten a la Administración pública no hacer ninguna inversión (la hace el Concesionario), y después una vez operativa va pagando “peaje” al concesionario según el volumen de tráfico. Y la titularidad es siempre pública.
- O bien, podría haber construido una autovía directamente. Si el coste es alto, podría financiar la construcción con deuda pública. O pagar directamente ahorrándose los intereses y los costes de la deuda.
Pues no: la Generalitat decidió hacer peajes.
Además, una vez construidas las autopistas, la Generalitat puede rescatar en cualquier momento los peajes que ella creó (transformándolos en peajes en la sombra o en autopistas, pagando al contado, en vencimientos, o con deuda pública). Pero no lo hace. No hace nada de nada.
Por otra parte, no olvidemos que la empresa que cobra los peajes de toda España (no sólo en Cataluña) es una empresa catalana: Abertis (La Caixa). En efecto, es una empresa catalana (de La Caixa) quien cobra los peajes de, por ejemplo, Madrid.
Rescatar los peajes de Cataluña, todos, tendría un coste aproximado de 6.000 millones de euros. El aeropuerto del Prat (nueva terminal e instalaciones) tuvieron un coste de casi 3.000 (no llegó).
En resumidas cuentas: Si Cataluña fuera independiente… ¡¡¡el tema de los peajes continuaría igual!!! Porque no es “culpa de Madrit”, sino cuestión de la Generalitat.
Más mitos y mentiras que nos hacen creer.
12. Mito: Las consultas por la independencia han sido un éxito.
Vaya, en eso tenemos que estar de acuerdo. Las consultas por la independencia han sido un éxito porque han puesto de manifiesto el Matrix social que vivimos en Cataluña: la simulación social de que los catalanes somos nacionalistas. Desde que Pujol enchufó la mente de todos el catalanes en el Matrix virtual-nacional, hemos vivido todos dando por supuesta esta premisa.
Los medios de comunicación nos transmiten las consignas emanadas desde el despacho del Jefe de la Tribu (con editorial único incluido), creando así la opinión publicada. El colegio también juega su papel de adoctrinamiento y conexión al Matrix. Y los sindicatos también aportan su dosis de anestesia social.
Mucha gente no nacionalista votaba a Can Pujol sólo para evitar el triunfo de los socialistas, considerando a Pujol como un mal menor. A su vez, los socialistas se ponen la barretina, a las órdenes de los jefes del grupo Palach, Raventós, Obiols, Maragall, etc., pero la mayoría de las bases (de los miembros del grupo) lo hacen con la misma ilusión como si se pusieran un sombrero o una gorra. En definitiva, no todos los votantes de CiU son nacionalistas (aunque la mayoría sí lo es), ni la base social del PSC es nacionalista (aunque los jefes de grupo sí lo sean y sus políticas también).
Como resultado, lo tienen todo atado y bien atado: todos nosotros desfilamos sonrientes y con el cerebro en stand by, llevando la barretina en la cabeza y la bandera en la mano.
Pero esta consulta ha puesto de manifiesto aquello que tendría que ser evidente: sólo entre el 15 y el 18% de los catalanes son independentistas.
Es cierto, como dicen los defensores victoriosos de las consultas, que más de 450.000 catalanes (hasta ahora) han votado a favor de la independencia, lo cual no se puede obviar. Pero también son ciertas varias cosas importantes:
Primero, a la inmensa mayoría de los catalanes no nos interesa el tema. Aquellos 450.000 catalanes representan menos del 20% del censo, sobre un censo total de 2.320.000 catalanes. ¡Es decir, al 80% no nos interesa la cuestión, y tampoco podemos ser obviados!
Segundo, que el soberanismo se convierte en una corriente rural, propia de la Cataluña más sentimental y tradicional, que nada tiene que ver con la Cataluña moderna, dinámica y urbana que se intenta proyectar. Así, no es en absoluto casual que las consultas se hayan realizado en primer lugar en las zonas más nacionalistas que son las más rurales: Osona, Berguedà, Solsona, etc.
Tercero, contrariamente a lo que se creía, el soberanismo no es en absoluto una corriente eminentemente joven: la participación ha sido más reducida entre los mayores de 16 años (21%) que entre los mayores de 18 años (23,5%), poniendo en duda así uno de los mitos del independentismo según el cual “el padre es de CiU y el hijo de ERC”.
En definitiva: estas consultas han puesto de relieve el Matrix social que vivimos en Cataluña: la simulación social de que los catalanes somos nacionalistas. La carcasa de Cataluña es el perfume nacionalista de sus políticos y el ruido de la casta dominante amplificado por el ambiente censurador y totalitario del nacionalismo. Pero el contenido real de Cataluña es el 80% de personas a quienes la independencia no nos interesa, ni comulgamos con las ruedas de molino nacionalistas, pero sin embargo tenemos todo el derecho de considerarnos catalanes porque nacimos, vivimos, y trabajamos en Cataluña.
La mayoría nacionalista de Cataluña, otro mito.
13. Mito: El “déficit fiscal”: Con la independencia seriamos más ricos y viviríamos mejor.
Mi cuñado Pepe es un “defensor de la pela”: nacido en el Puerto de Santa Maria (Cádiz), residente en Barcelona desde hace veinte años, buen chico y de buena fe, me explica con su acento gaditano las ventajas que la independencia de Cataluña tendría para mi bolsillo personal. El pasado domingo, durante una barbacoa, me dijo:
- Ez que loz ezpañolez noz roban la pazta, neng! Zi loh catalaneh fuéramoh independienteh, tós llegaríamoh a fin de meh!
La argumentación viene a ser la siguiente: Los catalanes pagamos en impuestos más dinero de lo que recibimos vía servicios o inversiones. Por tanto, existe un “déficit fiscal” que beneficia a las regiones más pobres de España. En consecuencia, si Cataluña fuera independiente, el importe de este déficit se quedaría en nuestra casa y los catalanes podríamos disponer de esa cantidad, ya sea en mejores servicios, mejores infraestructuras, menos impuestos, etc. (1)
Por tanto, la independencia “saldría a cuenta” (1), sería una “cuestión de prosperidad” (2), y quien no fuere independentista seria por desinformación o por ignorancia, en el mejor de los casos. En conclusión: la independencia ya no es una cuestión sentimental, histórica o cultural, sino que ahora se trata de una necesidad económica “científicamente” [sic] demostrada. Un dogma de fe.
A mí, los economistas me recuerdan al hombre del tiempo, o a los astrólogos. Sus teorías sirven para explicar por qué no se cumplieron sus previsiones anteriores. Y es bien sabido que la economía es el único campo dónde dos personas pueden ganar el premio Nobel con teorías completamente diferentes e incompatibles… y los dos estar equivocados.
Por eso, me gustaría traer la cuestión al mundo de los mortales, y no de la Revelación económica, introduciendo unas ideas (enumerarlas, insuficientemente desarrolladas por falta de espacio):
1. Todas las regiones ricas mantienen un déficit fiscal dentro de sus países. Y este sería el caso de Cataluña en España, de Hessen en Alemania, de Alberta en Canadá, etc. También encontramos este déficit fiscal en el interior de la propia Cataluña: la provincia de Barcelona sufre un déficit fiscal a favor de las otras tres provincias (3). ¿La provincia de Barcelona debería pedir la independencia respecto del resto de Cataluña por este hecho? La existencia del déficit fiscal es normal: señal de nuestra bonanza económica. Sala y Martín reconoce este argumento (pág.21), afirmando que aquello que se cuestiona no es la existencia del déficit, sino la magnitud del mismo: un 10% sobre el PIB resultaría excesivo, en opinión del profesor. Pero, entonces, se trataría de otra cuestión: determinar cuál debería ser el nivel “no excesivo” de déficit, y no criticar la existencia misma del déficit.
2. El principal mercado económico de Cataluña es el resto de España: Son más intensas las relaciones comerciales entre Cataluña y el resto de España, que no las relaciones comerciales en el interior de la misma Cataluña, o que las exportaciones catalanas en el extranjero (4). Por lo tanto, la riqueza de Cataluña (que provoca el déficit fiscal) es fruto del comercio de Cataluña con el resto de España (comercio inter-regional), y fruto de la adhesión de España a la UE (comercio internacional) (4). Simplificando mucho, podemos afirmar que si Cataluña sufre déficit, es porque es rica, y es rica porque tiene mercado con el resto de España y la UE. En efecto, el déficit fiscal no es unidireccional (pérdida de Cataluña a favor del resto de España), sino que se alimenta mutuamente: Es el mercado común España y UE lo que hace rica a Cataluña. (No se trata, como dice Sala i Martín, de dar dinero a los pobres para que nos puedan comprar, sino que precisamente porque los otros nos compran por eso que somos ricos!!!).
3. Es cierto que la evolución de la economía mundial (hacia la globalización) hace que el mercado español pierda importancia para las empresas catalanas, a favor del mercado internacional. Pero, como también afirma Sala i Martín (pág. 30), la independencia de Cataluña sólo seria “deseable” si la Unión Europea acogiera en su seno el eventual nuevo Estado independiente. Por lo tanto, una Cataluña independiente también de la UE no seria “deseable” en absoluto. La importancia de continuar integrados económicamente quedó clara en el último referéndum sobre la independencia del Quebec, donde se reivindicaba un Quebec políticamente independiente, pero dentro del NAFTA.
4. La Unión Europea está integrada por Estados: si Cataluña puede disfrutar del Mercado único europeo, es porque España forma parte de él. Las normas de adhesión a la UE son normas comunitarias, establecidas en los Tratados constitutivos, y estos no contemplan la posibilidad de qué ningún territorio que forme parte de los Estados miembros pueda separarse de su Estado al mismo tiempo que mantiene su integración económica con la UE. Como antecedente, podemos citar el caso de Argelia cuando, en 1962, accedió a la independencia (5).
5. Los Estados de la UE no permitirán el cambio de la normativa comunitaria, porque pondrían en peligro la integridad territorial de sus propios Estados. Francia, Alemania, Italia, etc., en el seno de las Instituciones comunitarias europeas, no impulsarán ninguna norma que permita que las regiones europeas puedan independizarse de su Estado al mismo tiempo que conserven su adhesión a la UE.
6. La visión idílica según la cual la independencia permitiría aprovechar en nuestro beneficio exclusivo el actual déficit fiscal, es poco realista: Los ingresos fiscales (recaudación) son muy sensibles a la coyuntura económica: si se reduce la actividad, la obtención de recursos a través de los impuestos y cotizaciones también se reduce. La recaudación fiscal está íntimamente vinculada con el PIB (5). Es previsible que una Cataluña independiente pierda negocio en España (su mejor mercado) y en la UE: menos movimiento significa recaudar menos impuestos. Si tenemos en cuenta que los gastos son poco flexibles a la baja, entonces observamos que el importe del actual déficit fiscal se reduce sensiblemente o incluso podría desaparecer.
7 . No podemos hacer demagogia hablando de “expolio fiscal”: Habría “expolio” si los impuestos en Cataluña fueran superiores de los del resto de España: si el IVA fuera del 25% en vez del 16%, si el IRPF tuviera un baremo diferente, si el IS fuera del 40% en vez del 30-25% ,etc. Esto no se da en la actualidad: la legislación fiscal es la misma (con la salvedad del Concierto histórico en las provincias forales vascas y navarra).
En conclusión: la independencia sería un “mal negocio” para Catalunya. Estos “defensores de la pela” que defienden la independencia por motivos estrictamente económicos, serían los principales perjudicados de esta fantasía autodestructiva. Como dijo Josep Pla: “los catalanes fabricamos muchos calzoncillos, pero no tenemos tantos culos” (6).
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NOTAS:
(1) Uno de los mejores exponentes de la argumentación económica a favor de la independencia de Cataluña es el profesor Xavier Sala i Martín. Se puede consultar, por ejemplo, su trabajo “Catalanisme Obert al Segle XXI: L’Economia” (2001), que se encuentra en el siguiente enlace: http://www.columbia.edu/~xs23/catala...ta%20Paper.pdf
(2) Dossier del partido Reagrupament.cat (Cercle Català de Negocis): http://www.ccn.cat/sites/default/fil...29.05.2010.pdf
Este dossier no tiene el mismo rigor y honestidad que muestra el profesor Sala i Martín. En el dossier de Resagrupament se observa un excesivo uso de adjetivos, donde el “déficit fiscal” se convierte en “expolio” (concepto inapropiado) calificado de “escandaloso y abusivo”, el modelo es “perverso”, la situación es “insólita”, el déficil es “escandaloso”, etc. El dossier se convierte, pues, en una serie de excusas y argumentaciones para justificar una conclusión redactada desde el principio.
(3) “Análisis económico provincial de Cataluña; las contradicciones del nacionalismo”. Convivencia Cívica Catalana: http://www.convivenciacivica.org/ima...incial%20c.pdf
(4) “El comercio inter-regional en España: Análisis de la base de datos c-intereg sobre comercio de bienes (1995-2006)”: http://www.c-intereg.es/El_Comercio_...6_29_10_08.pdf
(5) “Economía de la secesión: El caso de Cataluña”. Mikel Buesa: http://www.ojosdepapel.com/Index.aspx?article=3413
(6) Artículo de Antonio Cerdá (profesor de investigación del CSIC), diario ABC, 2005.
14. Mito: El “Oasis catalán”, hecho diferencial.
Ahora ya sabemos en qué consistía aquello del “oasis catalán”: en la excusa de la Senyera para tapar las vergüenzas propias y ajenas. Como la chica de la foto, vestida sólo con la bandera patria.
En los “regímenes perfectos” no se reconoce la imperfección: En las dictaduras, cualquier investigación es radicalmente eliminada; no se puede aspirar a la transparencia. Pues este es el resumen de estos 30 años de régimen perfecto nacional-catalanista: el oasis catalán no era más que un espejismo, una ilusión óptica, donde las jefes de la tribu nos hacían creer que vivíamos en el país de las maravillas. Como Alicia.
Durante 30 años se nos vendió la moto, de forma reiterada hasta el aburrimiento, de que Cataluña era un oasis de “seny”, madurez y responsabilidad. En definitiva, otro “hecho diferencial” de la tribu catalanista, en contraposición con la tribu vecina, los españoles, donde todo era decadencia, suciedad, y maldad.
Nos engañaron como tontos. Una gran farsa. Eso sí: una farsa catalana, de casa (cosa?) nostra.
Ahora sabemos que, mientras los gurús de nuestra tribu se llenaban la boca con las palabras oasis y patria, al mismo tiempo se llenaban también los bolsillos hipócritamente. Los Millet, Prenafetas, Alavedras, Muñoz, García, y “luigis” de turno.
Con una mano enarbolaban la Senyera “al vent”, berreando loas a Catalònia con la misma voz afinada que Raimon, y con la otra mano expoliaban las arcas públicas de forma sistemática. (Lo que haga tu mano derecha, que no lo sepa la izquierda… ¿se refería a esto?)
Los mismos que desplegaban los Mosos d’Escuadra por el territorio, ahora van desfilando esposados entre tricornios.
Esto era la sociovergència: una “sociedad de garantía recíproca”, una gran “manta de calor mútuo”, “la famiglia” que, con la tribal protección de la senyera, daba luz verde a toda corrupción.
Se reían de los pobres infelices que les votaban, embriagados por el fervor tribal.
Pasqual Maragall, en un insólito arrebato de franqueza y serenidad parlamentaria, ya habló del “tres por ciento” : saqueo sistemático de dinero público y cobro de comisiones a mansalva. Y después vinieron los casos Millet, Pretoria, etc.
Tenemos también el antecedente del caso Banca Catalana, donde Pujol se defendía detrás de la Senyera: la investigación por corrupción era, según Pujol, un“ataque a Catalunya!” Esto sólo puede pasar en este “oasis catalán”.
En todas partes puede haber corrupción, es cierto. La corrupción no fue provocada por el nacionalismo. Sin embargo, el nacionalismo es culpable por servir de coartada, por narcotizar a los ciudadanos con fantasías autodestructivas, por ser instrumento de manipulación de los sentimientos del pueblo, por engañar con la ilusión de un régimen perfecto donde no existe el pecado ni la corrupción… mientras los jefes de tribu se enriquecían con alevosía y descaro. Y si alguien osaba denunciar estos delitos… era un enemigo de la patria y un traidor botifler.
Cobarde defensa la de estos mangantes: Esconderse detrás de la Senyera. Esto era el oasis catalán, otro mito ya finiquitado.
15. Mito: Una Cataluña independiente permanecería en la Unión Europea.
“¿Está de acuerdo en que Cataluña sea un Estado independiente, integrado en la Unión Europea?”
Esta pregunta es un engaño, pues el votante cree de buena fe que, después de la hipotética independencia, los catalanes seguiremos disfrutando de las ventajas de pertenecer a la Unión Europea, cuando en realidad la cosa no está tan clara. Es más, va a ser que no.
Y es que antes de preguntarnos si queremos una Cataluña independiente dentro de la UE, deberíamos preguntarnos si eso es posible. La pregunta debería ser: ¿Una Cataluña independiente podrá seguir disfrutando de los beneficios de pertenecer a la UE?
Para responder que sí, las fundaciones independentistas consiguen levantar gran cantidad de dinero y presentar sesudos informes. Pero vamos, que de ilusión también se vive, y si la cosa estuviera tan clara no haría falta destinar tantos recursos ni parafernalia.
Después de muchas subvenciones, cafés, nicotina, y noches de insomnio, los nacionalistas han encontrado el encaje de bolillos, el conejo en la chistera, la justificación a tanta subvención. Y lo llaman “la ampliación interna”. Si esto es lo único que pueden ofrecernos, mejor que devuelvan el dinero.
No nos dicen que una cosa es la independencia, y otra distinta la integración en la UE. Que no van juntas. Que para la segunda, se requiere una combinación de factores, que ni en el Bingo:
- El reconocimiento como Estado por parte de todos y cada uno de los 27 estados miembros de la UE (basta que un Estado sensato diga que no, para que seamos independientes pero no estemos dentro de la UE),
- El voto unánime del Consejo (27),
- El voto favorable del Parlamento europeo,
- La ratificación favorable por parte de los 27 parlamentos nacionales y, en algunos casos, referéndums a favor en países como Irlanda, Dinamarca, etc.
Basta que falte una sola de estas cosas, para que nos den butifarra! Nos quedaremos con un Estado nuevo muy bonito, igualito que Kosovo.
16. Mito: El Estado invierte más en Madrit que en Cataluña, sobre todo en infraestructuras.
Tesis defendida, entre otros, por Germà Bel según la cual Madrit crece y prospera gracias a las inversiones privilegiadas en infraestructuras que recibiría del Gobierno central, entre otros mimos presupuestarios. Así, se produciría una “competencia desleal” que beneficiaría al centro y perjudicaría a la periferia, en especial a Cataluña.
Simancas desmonta con datos esta tesis, en un excelente artículo publicado hoy en El Pais, y que se reproduce íntegramente a continuación. Según Simancas, hay centralidad en torno a las grandes ciudades, también en Barcelona. Cataluña es la primera comunidad en inversión ejecutada por el Ministerio de Fomento desde el año 2004: más de 14.700 millones de euros hasta diciembre de 2010. Y también es la comunidad con la inversión más alta prevista para 2011. También aporta datos concretos en cuanto a ferrocarriles, carreteras, etc.
Por mi parte, desearía aportar el siguiente cuadro histórico (1997-2008) de inversiones liquidadas por el Ministerio Fomento, distribuidas por Comunidades Autónomas (fuente: Anuario estadístico, Ministerio de Fomento): Los simples datos desmontan la tesis victimista de los nacionalistas.
También podemos consultar en el Anuario 2009 el desglose por direcciones generales, direccions territoriales, carreteras, ferrocarriles, aeropuertos, etc.
http://mitesimentides.wordpress.com/
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