Alrededor del cumplimiento del décimo aniversario de la "Marcha sobre Roma", en 1932, y coincidiendo con la superación de los principales problemas internos, cuando el estado fascista se estabiliza, se observa una evolución manifiesta en la propaganda del régimen hacia la posibilidad de difundir el fascismo hacia el exterior. Esta proyección exterior se verá apoyada en la voluntad del propio Mussolini.