De un tiempo a esta parte, nos hemos visto de pronto con algo que no veíamos con tal intensidad desde hacía siglos: el islam en nuestro territorio. Su presencia aquí, quizás por antiguos mecanismos ancestrales que aún siguen presentes en nuestra cultura, es vista con cierto recelo y los adalides de lo políticamente incorrecto (gobiernos, medios de comunicación, cultura de masas, ONG’s, etc) se apresuran a contrarrestar esto con una batería de medidas consistentes en presentarnos a esta religión como algo que debemos aceptar, y que han sido creídas por un importante sector de la población.
Sin embargo, lo que se nos presenta con estas medidas propagandísticas está tremendamente alejado de la realidad. Se explican algunas medias verdades, muchas mentiras y aquello que es mejor no explicar, se omite. En este artículo vamos a aclarar muchas de estas visiones, basándonos en hechos históricos y teológicos, y sin caer en la islamofobia barata.