lunes, 23 de marzo de 2015

El islam: Mitos y realidades

De un tiempo a esta parte, nos hemos visto de pronto con algo que no veíamos con tal intensidad desde hacía siglos: el islam en nuestro territorio. Su presencia aquí, quizás por antiguos mecanismos ancestrales que aún siguen presentes en nuestra cultura, es vista con cierto recelo y los adalides de lo políticamente incorrecto (gobiernos, medios de comunicación, cultura de masas, ONG’s, etc) se apresuran a contrarrestar esto con una batería de medidas consistentes en presentarnos a esta religión como algo que debemos aceptar, y que han sido creídas por un importante sector de la población.

Sin embargo, lo que se nos presenta con estas medidas propagandísticas está tremendamente alejado de la realidad. Se explican algunas medias verdades, muchas mentiras y aquello que es mejor no explicar, se omite. En este artículo vamos a aclarar muchas de estas visiones, basándonos en hechos históricos y teológicos, y sin caer en la islamofobia barata.






¿Es el islam compatible con nuestra civilización?

Las diferencias de cosmovisión del islam y del cristianismo en muchos puntos son opuestas. Aunque el cristianismo sea una religión en declive, como europeos (independientemente de nuestras creencias, incluso si somos ateos) tendemos a ver el mundo bajo un prisma de herencia cristiana, lo cual dificulta entender el islam en muchos de sus aspectos y de eso se aprovechan los ingenieros sociales.

La religión de paz o del imperialismo árabe



Máxima expansión del Imperio Árabe.


El hecho de que el cristianismo sea en esencia una religión pacífica nos hace presuponer que la mayoría de religiones son iguales, y es aquí donde cometemos el primer error. La mayoría de religiones tienen cierta parte belicista o guerrera, mayor o menor dependiendo el contexto en el que surgiesen o el énfasis que se ponga al interpretar esta parte según las condiciones del momento, algo lógico teniendo en cuenta el papel que juega la guerra en la historia humana.

El islam no es una excepción en esto, tiene presente un componente guerrero y de forma muy marcada, precisamente por el contexto y su autor. Mahoma era un señor de la guerra que dirigió una gran cantidad de campañas militares a las que daba una justificación religiosa (la yihad). Por tanto es muy normal que el mensaje violento y conquistador en el islam sobrepase al pacífico-tolerante, especialmente a partir de los últimos diez años de Mahoma como líder de Medina entonces en guerra contra la Meca pagana.

Por esta razón también el islam contiene una gran cantidad de regulación de aspectos relacionados con la guerra como la esclavitud y el reparto del botín. Es por ello que cuanto más puristas son los musulmanes en cuestión, más énfasis ponen en la violencia y la guerra contra el infiel como forma de expansión de su fe, porque son los que más se ciñen al mensaje primigenio que otras ramas tratan de contextualizar en mayor o menor medida. Y no van desencaminados, pues el islam desde sus inicios se ha expandido mediante la conquista.



Bandera de Arabia Saudí. La espada (saif en árabe) tiene un importante simbolismo en el islam. Mahoma dio el título de Saifullah (espada del islam) a su comandante Khalid Ibn al Walid, posteriormente usado como nombre y apellido musulmán, al igual que Saif. 

A la muerte de Mahoma le siguió la impresionante expansión árabe islámica, que les llevaría a conquistar 2/3 del entonces mundo cristiano, desde Hispania a Siria. Una expansión militar que iba seguida de la religiosa, siendo el islam su justificación, revulsivo y aglomerante. Es decir, la islamización fue parte de la expansión árabe y su corpus ideológico, algo que podemos ver fácilmente en sus rasgos: el idioma sagrado y de oración, la ciudad santa hacia cuya dirección se debe rezar, la ley islámica, los códigos de vestimenta…son todos árabes. Esta arabización llega al punto de que gran parte de los que se denominan árabes no son realmente árabes, sino poblaciones locales que al ser islamizadas también adaptaron el idioma y ciertas costumbres árabes (gran parte de la población del Magreb, Egipto y Oriente Medio).



Mapa de la extensión actual de los diferentes dialectos del árabe. En el pasado, la población islámica de la Península Ibérica también adaptó este idioma.

Este componente belicista y violento es sabido por los musulmanes y es algo de lo que no se avergüenzan, pues en su cosmovisión no es algo negativo como tampoco lo es en la mayoría de culturas del mundo. El avergonzarse de las conquistas de los tuyos y considerar fascista la exaltación de lo guerrero es algo exclusivamente progre y occidental. ¿Por qué entonces se nos machaca con que el islam es una religión de paz? Muy sencillo. Si quisieras que una sociedad de trasfondo cristiano y pacífica aceptase la presencia una religión foránea y no la viese como amenaza ¿Cómo la querrías presentar? Exactamente, como una religión pacífica.

Si bien es cierto que el concepto islámico de paz consiste en la ausencia de conflictos, esto es algo que solo podría existir con la instauración del islam a nivel global (un hipotético Califato mundial) y la sumisión a él de todos los no-musulmanes.

El islam es más que una religión




El islam es un sistema completo de regulación de la vida, que no solo incluye el aspecto religioso sino también el social, el judicial, el económico y el político, además de aspiraciones geopolíticas: la conquista y la administración del territorio. El culto islámico se define como la obediencia al islam, y el islam es todo esto, no solamente la parte religiosa.

Aquí está una importante diferencia con el cristianismo, el cual es exclusivamente una religión, sin aspiraciones políticas. Cuando Jesús dijo “mi reino no es de este mundo” o “al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” ya estaba dejando esto claro. En las escrituras no existe un equivalente cristiano a la sharia.

Esto significa que el islam, en tanto que sistema de regulación de todas las facetas de la vida, no puede renunciar a limitarse a ser solamente una religión, no puede estar separado del Estado ni es compatible con la existencia de unas instituciones no islámicas. Su objetivo final es la conquista del Estado y las instituciones, el Corán es tajante en cuanto los musulmanes deben resistir por todos los medios a los infieles hasta establecer su hegemonía política.

Este es el motivo por el que separar el cristianismo de la vida pública fue más fácil que hacer lo mismo con el islam, hasta el punto de que los artífices de la separación Iglesia-Estado fueron teólogos católicos como Lamennais, Montalembert, Acton, Le Play o Juan de Mariana. El islam por definición no se puede separar del Estado, porque también es Estado.

Dios lejano vs Dios cercano



Otra diferencia con la cosmovisión cristiana europea y la islámica, está en la visión de la fe y de Dios. En Europa fe es entendida como una confianza en un dios cariñoso y paternal, un dios que puede conocerse y al que se puede acercar. En el islam en cambio, fe significa fe en la verdad y rectitud del islam. Dios no se puede conocer.

Esto también se refleja en la oración. El cristiano cuando reza, abre su interior a Dios, en una comunicación íntima y personal mientras que en la oración islámica no hay nada personal o íntimo, al hacerse recitando una fórmula memorizada y en colectivo. Todos rezan lo mismo al mismo tiempo y en la misma dirección, y esto es porque la oración islámica no tiene el objetivo de tener un contacto íntimo con Dios sino de fortalecer el sentimiento de colectividad, igual que en los toques a formar militares.

El libre albedrío



En el islam, el libre albedrío es una simple ilusión, pues todo lo que ocurre es resultado directo de la voluntad de Dios. No hay distinción entre lo que es y lo que no voluntad de Alá: los actos buenos y malos del hombre son igualmente el resultado del deseo de Alá. Esto implica que el propósito de Dios no se puede conocer y que la diferencia entre el bien y el mal, tampoco. La bondad y la verdad no tienen una existencia independiente en el islam, ya que dependen enteramente de la fe islámica. Lo cual lleva a que incluso los actos más brutales, sean colectivos o individuales, puedan ser racionalizados como voluntad de Alá.

En el cristianismo, las leyes de Dios pueden ser descubiertas por el razonamiento (de ahí el concepto de Derecho o ley natural), lo que significa que el bien y el mal pueden ser distinguidos y que uno se puede acercar a Dios por la razón. El catolicismo y la ortodoxia, en contraste con la predestinación protestante, ponen énfasis en el libre albedrío.

Resumidamente, Alá exige una obediencia ciega y un sacrificio total, incluyendo el sacrificio de la habilidad de distinguir el bien y el mal. En cambio la mayoría de cristianos estarían de acuerdo en que ni las escrituras, ni las rituales, ni la comunidad religiosa, ni la iglesia es Dios en sí mismo, y en que la voluntad de Dios puede ser conocida como el bien y que el bien puede ser distinguido del mal por la mente humana incluso sin recurrir a las escrituras o al conocimiento religioso.

¿El islam forma parte de la identidad española y europea?








El islam, especialmente en España, se trata de presentar como parte de nuestra identidad. Se nos dice que nuestra sociedad tolerante y democrática caben todos, se nos recuerda machaconamente los 800 años de presencia islámica, se nos habla de la “convivencia de las tres culturas” y en definitiva, se nos vende la idea de que el islam es perfectamente integrable en nuestra identidad.

La realidad es que el islam no solo no forma parte de nuestra identidad, sino que nuestra identidad se ha construido contra él, o mejor dicho, contra su presencia en nuestras tierras. No solo porque como vimos anteriormente, su cosmovisión es directamente opuesta a la nuestra, sino porque el islam a lo largo de la historia siempre ha sido visto como un ente ajeno, invasivo y visto con recelo, contra el que se ha luchado casi sin tregua.

La Reconquista




El rey Sancho VII de Navarra carga contra la guardia negra del califa almohade en la Batalla de las Navas de Tolosa (1212)

El islam, por mucho que duela a muchos, nunca fue aceptado en Iberia. En un primer momento, entre el siglo VIII y el XI, el islam fue visto como un peligro al que había que resistir a toda costa. La Crónica bizantina de 741 y la Crónica mozárabe de 7545, escritas por mozárabes (cristianos viviendo bajo dominio islámico) muestran a los musulmanes como brutales y crueles. En el reinado de Alfonso III (866 − 911), la Crónica profética anuncia la vuelta del reino de los godos y la recuperación de España bajo un rey. En esta crónica, junto la de Alfonso III y la albeldense, se describen los rasgos del musulmán: crueldad, predisposición a la traición, cobardía y lujuria.

A finales del siglo IX ya está bien asentada la idea de echar a los "caldeos" (musulmanes) e restaurar un reino cristiano. La Crónica Albeldense lo deja así de claro:

Cita:
Y con ellos (los sarracenos) los cristianos día y noche afrontan batalla y cotidianamente luchan, hasta que la predestinación divina ordene que sean cruelmente expulsados de aquí.





Don Pelayo de Asturias


Si el islam era visto como un ente invasor, su religión se consideraba una herejía. El mozárabe Álvaro de Córdoba consideraba a Mahoma el Anticristo, y Beato de Liébana dibujó a la Ramera de Babilonia (identificada con el Anticristo) encarnada en el Emirato de Córdoba. Algo comprensible si tenemos en cuenta además que en la “tolerante” Al-Andalus los cristianos estaban en el escalón más bajo de la jerarquía social, sufriendo persecuciones intermitentes y viéndose forzados a emigrar hacia el norte (hasta el siglo XII), e incluso deportaciones en masa a Marruecos (ya en tiempos almorávides).

A partir del XI y hasta el XV, con la desintegración del Califato de Córdoba el islam más que una amenaza es visto como un problema, y ya está muy asentado el deseo de recuperar España. La opinión sobre el islam no mejora sino que se mantiene en las mismas, incluso el rey Alfonso X el Sabio, considerado el paradigma de la tolerancia, considera a Mahoma un falso profeta, al cual no admite siquiera que pudiese haber actuado de buena fe aunque equivocado, y culpable del crimen consistente en la fundación del islam. Estos capítulos forman parte de la Primera Crónica General (Estoria de España), donde se difunde una crítica directa contra el Islam, escrita en castellano para que su difusión fuese mejor. Esta era la línea de pensamiento en Europa y por ello Dante sitúa a Mahoma en la Divina Comedia en el infierno como el primer condenado. Otros como Pedro Pascual, Ricoldo de Monte Croce y Ramón Llull, al igual que Álvaro de Córdoba siglos antes, lo consideraban el Anticristo.



Alfonso X el Sabio

Los contactos entre el cristianismo y el islam se limitaban al aprovechamiento de los valores prácticos de la cultura dominada por parte de la dominadora, sin que ninguna reconociera jamás los valores morales o religiosos de la otra.

Alfonso X fundó en Sevilla un Estudio y Escuela General de latín y árabe en el que había profesores musulmanes de medicina y ciencias, pero esto no fue más que un intento de aprovechamiento de sus conocimientos prácticos, sin que ello significase un interés por la cultura o los valores islámicos de la misma forma que el hecho de que EEUU al finalizar la Segunda Guerra Mundial usase a científicos alemanes no implicaba un interés de este país por la cultura alemana. Incluso las traducciones del Corán al castellano, como la encargada por este rey, se hicieron con el fin de refutar el islam con conocimiento de causa y no porque hubiese un interés en difundir su cultura.



En ninguna otra parte de Europa se vivió la necesidad de luchar contra los musulmanes con tanta necesidad y como tarea colectiva como en España. Los santos patrones protectores de los reinos cristianos tenían el título de Matamoros, fuese SantiagoSan Jorge o San Millán.Todos los escritores hispanos, como si fuesen el senador romano Catón pidiendo la destrucción de Cartago, insisten y se obsesionan con la necesidad de restituir España a su estado original. La lucha contra el enemigo musulmán no sólo era una obligación moral, también dotaba de virtudes superiores y redimía faltas previas.

Cita:
El pueblo agareno (musulmán) de mala natura, será conquistado é todo destroydo, e quende la mar sera establecido, qualquier que ayunare en el Ramadan, creyendo la seta del necio alcoran, que deva ser muerto ó ser convertido.
Poema de Alfonso Álvarez de Villasandino (1340-1350 - c. 1424) dedicado al rey de Castilla.

Cita:
"Morar deve en parayso, quien guerreando con moros, ganó tan rrycos tesoros e tanta tierra en proviso"


Cancionero de Baena (1445)

Cita:
De los Moros no se podía esperar verdad alguna, porque todos son embelecadores, falsarios y chimeristas"

Miguel de Cervantes



Santiago Matamoros, patrón de España. Si la cruz de Santiago tiene forma de espada no es por casualidad.

La Toma de Granada en 1492, después de una guerra de diez años contra el último reducto islámico peninsular, tuvo un gran simbolismo no solamente en España sino en toda Europa, donde también se celebró. Pero el fin de la Reconquista no significó el fin de la lucha contra el islam. España seguiría varios siglos más luchando contra el Imperio Otomano y los piratas berberiscos, en un conflicto muy duro que tuvo un gran coste humano y material, y que significó la práctica despoblación de la costa mediterránea española. En el Sitio de Malta, los dos asedios de Viena (1529 y 1532) y la famosa Batalla de Lepanto, en la que Cervantes luchó y perdió la movilidad del brazo, y que recordaba como “la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros”, se puso freno a la entonces imparable expansión turca por tierra y mar.


Cita:
«... Toda Europa confió en que el poder español la libraría definitivamente de la amenaza turca...»

Benedetto Croce

Y cómo olvidar a los 3500 españoles del Tercio Viejo de Nápoles que defendieron la fortaleza de Castelvolturno, quienes sin ninguna ayuda y contra 50.000 otomanos resistieron un mes de encarnizados combates y bombardeos, matando a la mitad de sus fuerzas antes de caer.

Los musulmanes de España



Los musulmanes que vivían en la Península Ibérica, independientemente de su origen y época, nunca se sintieron parte de la identidad española, ni siquiera un siglo después de su conversión forzosa al catolicismo.

Siempre trataron de mantenerse como grupo diferenciado y segregado, manteniendo sus costumbres en la medida de lo posible y evitando la asimilación. Además de hablar árabe, se inventaban genealogías para identificarse como árabes, y sus simpatías siempre estuvieron con sus correligionarios y no con sus vecinos cristianos. No dudaban en colaborar con turcos para que éstos invadieran España con su apoyo (un plan que fracasó porque fue descubierto a tiempo por los servicios secretos españoles, los mejores de la época) o en ayudar a piratas berberiscos en sus expediciones contra la costa española en busca de esclavos, o incluso en participar en ellas como piratas.



Expulsión de los moriscos

Por todos estos motivos, junto a su mayor natalidad, fueron finalmente expulsados de España en el siglo XVII. Los moriscos no eran solo un problema a corto plazo, sino muy especialmente a largo plazo tal y como se expone en este párrafo:

Iban creciendo en ella mucho más que el número de los españoles, y así aunque por aquel tiempo fuesen mucho menos, la buena cuenta dice que dentro de pocos siglos, habían de ser ellos los más, porque se casaban antes de los 20 años, y no les consumía las guerras, ni las Indias, ni los presidios de Flandes o de Italia, ni de su casta había frailes, ni monjas ni beatas y los clérigos eran muy raros, y todos se multiplicaban como conejos, y por esta cuestión no es mucho que se doblase el número cada diez años, y siendo así de cada mil se harían más de un millón dentro de 100 años (…) pues véase ahora qué potencia sería necesaria para resistirles, señaladamente si nos cogieran descuidados y poco prevenidos.

Iusta expulsion de los moriscos de España, de Damián Fonseca

Se podrá argumentar que no se puede extrapolar el particular caso de los moriscos a otras minorías islámicas, pero de hecho se puede e incluso en la actualidad ocurre así. Ese es el caso de los bosníacos, que se convirtieron al islam durante la ocupación otomana, y que a pesar de ser eslavos del sur y hablar el mismo idioma que serbios y croatas, se consideran un pueblo aparte y se llevan mal con todos sus vecinos, siendo Turquía el país al que más próximos se sienten.

El islam en Europa




Batalla de Lepanto, por Juan de Luna

Si bien la mayor parte de Europa -exceptuando la Península Ibérica y Sicilia- se salvó de la expansión árabe una vez que fue detenida en Poitiers por los francos, varios siglos después serán los turcos los que inicien una expansión que en Europa les llevaría hasta las puertas de Viena y la isla de Malta.

El conflicto con el islam en Europa oriental y central fue representado por El Turco, nombre por el que se conocía al Imperio Otomano, en una lucha tremendamente larga, costosa y sangrienta que tuvo su definitiva internalización desde que los turcos conquistaran la mítica ciudad bizantina de Constantinopla en 1453, causando una gran conmoción en Occidente, y que se prolongó hasta bien entrado el XIX.




Caída de Constantinopla

El primer revés a la expansión otomana estuvo en Belgrado en 1456, cuando el Reino de Hungría resistió el asedio, con un contraataque que hizo a los turcos retirarse. Fue tal la importancia que tenía que el papa Calixto III ordenó que las campanas de todas las iglesias de Europa sonasen al mediodía para rezar por los defensores de la ciudad. En muchos países la noticia de la victoria llegó antes que la orden del papa, así que el toque de campanas al mediodía se transformó en una conmemoración de la victoria. Aún hoy en día las iglesias católicas, ortodoxas y protestantes mantienen esta costumbre.

El Sitio de Viena de 1529 fue el punto álgido del poder del Turco, en el que mercenarios alemanes y arcabuceros españoles defendieron la ciudad exitosamente de un asedio otomano que se repetiría en 1532, siendo esta vez levantado al dirigirse a su socorro un ejército comandando por Carlos V y el Duque de Alba.

Después de esta derrota, los otomanos centrarían su atención en el Mediterráneo occidental. Intentaron la conquista de la estratégica isla de Malta en 1565, defendida con éxito por los Caballeros de la Orden de San Juan (Orden de Malta) junto con milicias locales y soldados de un Tercio español.


Esta isla fue entregada a la Orden de San Juan por Carlos V, después de que esta orden fuese desalojada de la isla de Rodas al ser conquistada por los turcos, a cambio del tributo simbólico de la entrega cada año de un halcón maltés a España. Esta tradición fue mantenida hasta 1798, año en que la Orden de Malta fue expulsada de esta isla por Napoleón. 

La expansión turca no se pararía ahí. Años más tarde, en 1571, la flota turca se enfrentaba contra la flota de la Santa Liga en la Batalla de Lepanto, formada por los Estados papales, Malta, Venecia y España, en un gigantesco combate naval que se saldaría con la derrota otomana y la pérdida irreparable de sus mejores marinos.

A partir de entonces, el conflicto se centró en Europa oriental. Polacos y austríacos serían la principal resistencia a la expansión turca, y rusos y cosacos lucharon contra los tártaros de Kazán y de Crimea respectivamente, vasallos de los otomanos. En la Batalla de Viena de 1683, última gran ofensiva turca en el corazón de Europa, los otomanos fueron derrotados por la Mancomunidad Polaco-Lituana y los territorios de los Habsburgo, lo que significó el principio del fin de la presencia turca en Europa del este y el inicio de su decadencia.




La Batalla de Viena vio la carga de caballería más grande de la historia, protagonizada por los húsares alados polacos.

Desde el XIX, las revueltas internas de los pueblos que formaban parte del imperio comenzaron a extenderse. Griegos y serbios, con el apoyo de Rusia, son los primeros en alzarse y a reclamar su independencia, más tarde seguidos por albaneses, búlgaros y armenios. En la Guerra de Crimea de 1853–1856, los británicos y franceses apoyan a los otomanos frente a los rusos para evitar que éstos llegasen al Mediterráneo. De no haber sido por esta ayuda, el Imperio Otomano hubiera caído y Constantinopla hubiera vuelto a manos cristianas 400 años después.

La visión occidental acerca del islam



Como hemos podido ver a lo largo de este apartado, la historia de buena parte de Europa ha estado extremadamente influida por el conflicto con el islam. En concreto, la Europa de la periferia (sur y este) durante siglos ha sido durante siglos campo de batalla y actuó como un tapón que permitió a Europa occidental mantenerse a salvo de estos invasores, algo que nunca agradecerán ni reconocerán.

Es por eso que su conocimiento tradicional del islam no viene de su pasado, sino de visiones idealizadas, literalmente de cuentos como las Mil y una noches o Aladín, y probablemente parte de la razón por la que el concepto de “political correctness” ha tenido su máximo arraigo allí.

Si algo no falla es que cuanto más fuerte y próximo está el recuerdo del islam (y menos lavado de cerebro progresista ha habido), peor es la opinión que se tiene de éste.

¿Qué simbolismo tiene España para los musulmanes?



Para los musulmanes, sean moderados o radicales, España no es un país más. Es el territorio de Al-Andalus, una especie de paraíso perdido con una gran carga simbólica que consideran suyo de pleno derecho y que aspiran a recuperar. Es su “Gibraltar”.



“Al Andalus es una tierra musulmana como también lo es la Palestina ocupada por los judíos o toda la India. Todos esos lugares serán recuperados algún día. Mi opinión personal es que no se necesitará un lapso muy largo de tiempo. Tariq ibn Ziyad [el general que lideró la conquista musulmana de Hispania] se hizo con España en ocho años. Se sorprendería si supiera como de rápido serán anexionadas esas tierras. Los musulmanes están hartos de dictadores. Los líderes de los países musulmanes serán derribados pronto y surgirá un super poder que avanzará por el mundo. Será cuestión de tiempo que llame a las puertas de España otra vez”


Anjem Choudary, entrevista en El Mundo 

Y queramos o no, formamos parte de esto. Nuestro territorio sigue estando en la mira del islam, como siempre lo ha estado, con la diferencia de que hemos nacido en una época anormalmente tranquila, hasta el punto de que pensamos que es la norma y no la excepción. Pensamos que el país en el que hemos nacido y crecido nunca va a cambiar en sus bases. Quizás por eso pensamos que, precisamente por eso, siempre va a ser así. Estamos relajados. Se nos ha educado en el pacifismo, el hedonismo y la tolerancia como valores supremos.

Así, hemos olvidado formas de actuar y de hemos desactivado la guardia. Pero solo lo hemos hecho nosotros, no el mundo islámico. Y 400 años después, hemos dejado entrar a ese mundo a nuestra casa, quienes lejos de haber adoptado el pacifismo, el hedonismo y la tolerancia, conservan el espíritu conquistador y unos valores muy fuertes. Nos hemos convertido en gallinas mientras ellos siguen siendo zorros, y les hemos abierto la puerta a un corral que consideran suyo de pleno derecho.


Original --> http://www.disidencia.info/forum/actualidad/5766-islam-y-europa-mito-y-realidad

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