miércoles, 4 de diciembre de 2013

Por una crítica positiva -- Descomponiendo a la derecha tradicional por Dominique Venner

Fallos de origen

Los “nacionales” que emplearon la palabra “revolución” sin conocer el significado, creen en el “despertar nacional” espontáneo. Creen también que “el ejército se moverá”… confiados en esos dos sueños irrealizables, considerados como remedios milagro, no conciben la necesidad de educar a sus partidarios a través de una doctrina que explique las causas de la decadencia occidental, que proponga una solución y que sirva de timón para el pensamiento en la acción. Es por eso que aceptan una serie de enfermedades políticas responsables de sus fracasos.


Confusión ideológica

Los “nacionales” atacan las manifestaciones del mal, no sus raíces. Son anticomunistas pero olvidan que el capitalismo y los regímenes liberales son los principales responsables de la propagación del comunismo. Eran hostiles a la política argelina del gobierno, pero olvidaron que esa política era el producto de un régimen, de su ideología, de sus intereses, de sus auténticos dueños financieros y tecnócratas tanto como de sus estructuras políticas y económicas. Querían salvar la Argelia Francesa contra el régimen, pero asumían sus principios y mitos. ¿Podemos imaginar a los primeros cristianos adorando ídolos paganos y a los comunistas cantando alabanzas al capitalismo?

Conformismo

Todos los “nacionales” conocen un gaullista bueno, un tecnócrata bueno, un ministro bueno. Cediendo a un viejo reflejo burgués, temen “la aventura” y el “caos”. Por poco que un hombre del régimen agite la bandera, le conceden su confianza. Prefieren el confort de la ceguera a la lucidez. El sentimentalismo y el espíritu de campanario superan siempre al razonamiento político. En la esperanza torpe de satisfacer a todo el mundo, se niegan a tomar partido y no satisfacen a nadie.

Arcaísmo

Por falta de imaginación, los “nacionales” continúan tocando la trompeta de un Déroudèle que ya no amotina a nadie. El programa y las consignas están fijados en el tricolor de antes de la guerra, del ejército al poder, al anticomunismo negativo, pasando por la contrarrevolución y el corporativismo, las “formulas nacionales” rechazan más que seducen. Ese arsenal político data de medio siglo atrás. Carece de atracción sobre nuestro pueblo.

Fallo en la organización

Las razones que empujan a los “nacionales” a negar la necesidad de ideas en el combate político, les empujan a negar la necesidad de la organización. Su acción está viciada por taras que explican todos sus fracasos.

Oportunismo

Las personalidades “nacionales” parlamentarias, como las militares y civiles, son oportunistas por ambición personal. El pretexto generalmente invocado para camuflar su arribismo es el de la “habilidad”. Es en nombre de esa habilidad que los “nacionales” dieron su apoyo al referéndum de 1958, y las iniciativas de los políticos desde entonces. Detrás de cada una de esas posiciones se presentaba la perspectiva de un cargo, una sinecura o una elección. Intuyen la dirección del viento y saben ser violentos, sediciosos incluso cuando eso les parece favorable. Sus discursos terribles no asustan a nadie. Atacan a un hombre, a un gobierno y se abstienen de tocar lo esencia y atacar al mismo régimen. Argelia les sirvió bien como trampolín y como ocasión de hacer fortuna gracias a los subsidios generosamente dispensados, mientras los militantes tenían que combatir con las manos vacías. Si el viento cambiase, no dudaran en traicionar su bandera y sus camaradas. El asiento en el Parlamento no es un medio sino un fin en sí mismo: debe de ser conservado a toda costa. Los simples partidarios, ellos, son oportunistas por falta de doctrina y formación. Confían en la cara del charlatán y en las impresiones superficiales más que en el análisis político de las ideas y los hechos, están condenados a ser engañados.

Mitomanía

La lectura de novelas de espionaje, los recuerdos de la resistencia y otros servicios especiales, la narración de los conspiradores, gaullistas y de otro tipo, hunden a los “nacionales” en una atmósfera de ensueño permanente. Una partida de carta con un general retirado, un parlamentario o un sargento de reserva se convierte en una sombría y poderosa conjura. Por poco que se recluten diez estudiantes de secundaria ya se toma uno por Mussolini. Cuando se presume de mandar 5000 hombres encuadrados, es que se reúne a duras penas algunos cientos de restos de saldo. Si, por casualidad, reciben una circular de cualquier administración militar, muestran el sobre con aires de conspiradores, sonrisas y silencios llenos de pesados sobrentendidos. Son partidarios de la unión en torno a ellos y se descargan en amargos reproches de sectarismo con respecto a los militantes que se niegan a tomárselos en serio. Los mismos “nacionales” en un periodo de auténtico clandestinaje, se dejan detener con listas de direcciones y documentos, cantan apenas la policía levanta la voz.

Terrorismo

El falso análisis de la situación, la ausencia de doctrina y formación que empujan a unos hacia el oportunismo, envían a otros en búsqueda de la violencia negativa y el terrorismo. La mala digestión de estudios demasiado primarios, consagrados a ciertos aspectos de la subversión comunista del FLN, ha acelerado esa inclinación. Los petardos debajo de las ventanas de los porteros no han aportado ni un partidario a la Argelia Francesa. El terrorismo ciego es la mejor manera de separarse de una población. Es un acto desesperado. De la misma manera que la acción clandestino y la utilización calculada de la fuerza pueden ser indispensables cuando una nación ya no tiene otros medios para recuperar su derecho, y en ese caso la acción apunta a hacer participar al pueblo en la lucha, el terrorismo lanza al que lo emplea fuera de la comunidad popular y le condena al fracaso.

Anarquismo

Los “nacionales” que admiran tanto la disciplina ajena son, en la práctica, auténticos anarquistas. Incapaces de colocarse en su puesto en el combate, les gustan las acciones desordenadas. Su vanidad les empuja a actos individuales gratuitos aunque su causa se resienta. Ignoran la palabra dada y nadie puede saber a donde les conducirá su fantasía. Siguen como mucho a un jefe de banda y se dividen en pequeños clanes. La ausencia de referencia ideológica común aumenta su división e impide su unidad.

http://www.nuevaderecha.org/2013/05/...tica-positiva/

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