jueves, 6 de junio de 2013

Fascismo y nazismo como movimientos de izquierda

¿Viene el fascismo de la izquierda revolucionaria?, ésta y no otra debe ser la pregunta que realmente debemos plantearnos para acercarnos al conocimiento justo sobre qué cosa es el fascismo, estudiar su origen, un origen que de forma ineludible resulta propiamente molesto a quienes tratan de combatir el fascismo mediante la mentira y la omisión de todo aquello que haga peligrar la cosmovisión peyorativa imperante hoy en día sobre el fascismo.



¿Posicionamos de forma correcta el fascismo con la ultra derecha?

A pesar de los diversos autores que dieron vida al fascismoresultando curiosamente los más representativos los venidos de las filas comunistas, nos centraremos en la figura de Benito Mussolini, famoso si bien cabe por hacer del fascismo de una postura intelectual y espiritual a una expresión política fundamentada en la acción y por ser asiduo lector de Nietzsche, Schopenhauer, Stirner y Sorel, es decir, por ser alguien que sabía exprimir todo aquello que cada autor, en su línea, nos intenta transmitir, más allá de sesgos ideológicos.
Así, todo esto nos induce a hacernos una serie de preguntas, que, aunque sumamente incómodas para ciertos sectores, no deben de ser objeto de censura por más que se hagan esfuerzos en ello. ¿Qué más cosas puede recubrir un vocablo tan sumamente móvil y diáfano como este del “fascismo”? ¿El fascismo es un dogma, es una ideología, un tipo de dictadura quizás? ¿Es simplemente el régimen político que adoptó la Italia de entreguerras? ¿Es acaso una actitud política propia de ciertos hombres con la cual enfrentarse a ciertos problemas de carácter universal? Los tiempos cambian que es una barbaridad... y ya es hora de ensayar un intento de mínima objetividad intelectual para afrontar el fenómeno fascista. Un hecho debe, en todo caso, quedar perfectamente claro: el fascismo no puede ser reducido al hitlerismo, aun cuando ciertos principios, ciertas éticas o ciertos análisis políticos presenten ciertas similitudes. No nos entretendremos en disculpar alfascismo de una acusación sin otro fundamento que la sutil amalgama efectuada durante la Segunda Guerra Mundial por la propaganda bélica tanto de las democracias liberales como del sistema soviético. El sujeto “fascismo” debe ser examinado, en un ejercicio de puro amor a la verdad, al margen de las pantallas cinematográficas y sin colocarse anteojos ideológicos preconcebidos. “Los buenos principios no devienen malvados porque Alemania halla hecho de ellos una execrable caricatura”. Esta es una frase de Robert Brasillach, que los comunistas han aplicado con respecto a la Rusia estalinista, quien a su vez ha acusado a los mismos comunistas de “revisionistas” y “desviacionistas”. Y, ciertamente, Alemania descarrió ciertos principios del fascismo, al igual que la propia Italia del “ventennio” no aplicó su propio programa de 1919 hasta la llegada de la República Social, en 1943. Los principios fascistas fueron catalogados por el sistema triunfante en 1945 como la representación del mal absoluto, al tiempo que se vertía sobre ellos la represión del silencio total. En una sociedad donde la ausencia de principios es la “regla” que representa el conformismo diario, sería deseable que las jóvenes generaciones pudiesen conocer y juzgar, sin filtros sintéticos, los principios que inspiraron la acción de los “fascistas”, de aquellos que en todas las circunstancias se reconocieron como tales. Nuestro objeto es el de aportar las aclaraciones necesarias, de presentar una visión del hombre, de la política y de la historia, la cual creemos que es la propia y la característica del fascismo
El fascismo recoge el “elan”, el impulso inicial de las experiencias socialistas y sindicalistas revolucionarias de principios del siglo XX. Por entonces se observaba un decaimiento de la potencia revolucionaria en los movimientos sociales europeos; es la época en que la efigie de la República, coronada con el gorro frigio, es ahorcada ante las multitudes en la puerta de la Cámara de Comercio de París, el 3 de agosto de 1908, el tiempo en que el jefe socialista Jules Guesde declara en el Congreso de la Internacional Socialista en Amsterdam: “ Cuando gritáis para salvar a la República no se os ha oído ni una palabra en defensa del proletariado. Si os abandonáis a vuestros intereses particulares, es que habéis perdido vuestra fe revolucionaria ” ; es la época en la que Georges Valois, por entonces anarcosindicalista a la vez que nacionalista -el único fascista francés que puede compararse con Mussolini tanto por sus orígenes como por su formación- escribía a sus 25 años un libro titulado “ El hombre que viene. Filosofía de la autoridad”, una curiosa síntesis de ideas tomadas de Nietzsche, de Maurras, de Sorel y del cristianismo.
Otro teórico del sindicalismo revolucionario, y más tarde del corporativismo fascista, fue Hubert Lagardelle, amigo de Mussolini. En 1898 funda la revista “Le Movement Socialiste”, donde colaborará con Georges Sorel. En 1908, durante el Congreso Socialista de Tolouse, pronunció un discurso que contenía, de forma germinal, todos los principios que más tarde se encargaría de desarrollar el fascismo.[1]

Efectivamente, los iniciadores del Fascismo, entre los cuales figuraban no pocos obreros auténticos, provenían todos del socialismo o del sindicalismo, habiendo abandonado estos movimientos una vez que hubieron constatado que los mismos carecían de capacidad revolucionaría y que habían degenerado en la corrupción parlamentaria.[2]
Pero, remontándonos como ya hemos dicho al origen del fascismo, no será hasta el s. XIX que el término Fascio sea utilizado para designar un movimiento político. El primer Fascio de que se tiene noticia en los tiempos modernos es el de los llamados Fasci Siciliani dei Laboratori (es decir, Fascio Siciliano de los Trabajadores), un movimiento de campesinos fundado en 1891 en Catania*por el sindicalista y diputado de izquierda Giuseppe de Felice Giuffrida. Los Fasci Siciliani se formaron como reacción contra la estructura social feudal que aún persistía en Sicilia y abogaron por la eliminación de las llamadas Gabelas, por la redistribución de la tierra y por la emancipación de las clases humildes, en una forma muy semejante a los grandes movimientos revolucionarios europeos de la época, el más importante de los cuales, desde luego, daría lugar a la Revolución Rusa.

A los Fasci Siciliani sucedieron en Italia rápidamente otros movimientos análogos hasta que, sólo un año después, se fundó dentro de la misma corriente general y con una participación muy activa de los Fasci, el llamado Partito dei Lavoratori Italiani que en 1893 cambiaría su nombre por el de Partito Socialista Italiano. De hecho, este partido se concibió al principio como una especie de federación de los diferentes partidos de inspiración marxista y anarquista que habían surgido por toda Italia al hilo de la formación de los Fasci.

Los Fasci Siciliani protagonizaron, en aquel mismo año de 1893, un violento alzamiento campesino en Sicilia y el Gobierno italiano les reprimió con dureza. En los años siguientes, los Fasci se integraron dentro del Partito Socialista.

El Partito Socialista Italiano tuvo unos primeros años muy convulsos, como la mayor parte de los partidos izquierdistas europeos, debido a las luchas internas entre liberal-reformistas por un lado y anarcosindicalistas por otro. Hasta el año 1904 los reformistas de Filippo Turatti mantuvieron el poder dentro del partido, pero será en 1912, en el congreso de Reggio Emilia, y coincidiendo con la anexión de Libia por Italia (a la que los radicales se oponían con ardor), cuando el ala más radical del partido se haga con el control del mismo, ala radical donde militaba un personaje que iba a hacerse después bastante famoso: Benito Mussolini.

Su radicalismo hicieron de Mussolini un tipo bastante impopular entre sus compañeros de partido de modo que, de forma coincidente con las tesis del ala radical, la dirección del partido decidió expulsarlo. Mussolini, que se sentía llamado a mayores metas, fundó con un grupo de leales del ala radical su propio partido, los Fasci Italiani di Combatimento. Los Fasci se colocaban en el arco político, por tanto, a la izquierda de sus antiguos compañeros del PSI, a quienes consideraban unos oportunistas, unos blandos y unos vendidos a la burguesía y al capitalismo. Su programa abogaba por la intervención del Estado en el funcionamiento de la sociedad, por la nacionalización de las Empresas públicas, por la recuperación del orgullo nacional y, siguiendo la declaración fundacional de los Fasci di Combatimento (el llamado Programa de Sansepolcro), por un imperialismo que se manifestaba en el propósito de anexionarse el Fiume y la Dalmacia (objetivos italianos desde el final de la Primera Gran Guerra que, sin embargo, fueron rechazados en el Tratado de Versalles, dando lugar a eso que los Fascistas llamaron la Victoria Mutilada). Como puede verse, se trataba de un programa netamente izquierdista y revolucionario, aunque con esas particularidades nacionalistas.

Mussolini formó gobierno en 1922; consolidó su poder y su enorme popularidad en las elecciones de 1924 gracias fundamentalmente a los votos de las clases proletarias.


Recordemos que el primer programa político del fascismo (1919) resulta inequívoco, una pieza de convicción irrefutable, por ello conviene reproducirlo en su literalidad:

Convocatoria de una asamblea constituyente nacional.
Proclamación de la república italiana.
Descentralización y autonomías.
Soberanía popular ejercida mediante sufragio universal e igualdad de derechos para los ciudadanos de ambos sexos.
Extirpación de la burocracia irresponsable y reorganización de la administración estatal partiendo de cero.
Abolición del Senado y de la policía política, creación de una guardia cívica.
Abolición de todos los títulos de casta, manteniendo únicamente los de honor y nobleza de ingenio y los derivados de la honradez del trabajo.
Abolición del servicio militar obligatorio, desarme general y prohibición de fabricar ingenios bélicos en todo el país.
Libertad de pensamiento y de conciencia, de religión, de asociación, prensa, propaganda, agitación individual y colectiva.
Disolución de las sociedades anónimas, industrias financieras, supresión de todo tipo de especulación de la banca y de la bolsa.
Censo y reducción de las riquezas personales.
Confiscación de las rentas improductivas.
Pago de la deuda del antiguo Estado por parte de quienes tuvieran bienes de fortuna.
Prohibición del trabajo a los menores de 16 años.
Jornada laboral de 8 horas con base legal.
Destierro de los parásitos que no sean útiles para la sociedad.
Participación directa de los ciudadanos útiles en todos los elementos del trabajo.
La tierra para los campesinos.
Las industrias, transportes y servicios públicos serán gestionados por sindicatos de técnicos y obreros.
Eliminación de toda forma de especulación personal.
Abolición de la diplomacia secreta.
Política internacional inspirada en la solidaridad de los pueblos.

Milán, 23 de marzo de 1919.


En suma, una revolución socialista, pero de carácter democrático, nacional y basada en valores éticos opuestos al materialismo comunista, herencia pseudo proletaria y antipopular del liberalismo que había sido ampliamente superada*de iure*por latercera vía del pensamiento*entre positivismo y marxismo, a saber, el*vitalismo, la*fenomenología*y la*filosofía de la existencia de principios del novecientos (Nietzsche y Heidegger). [3]

Sería ridículo reducir el fascismo a la figura de Mussolini, ya que sus compañeros de viaje fueron mucho más que actores de relleno. Auténticos coprotagonistas de la aventura fascista, hombres como Bombacci (fundador del comunismo italiano junto a Gramsci, amigo personal de Lenin, admirador de la revolución bolchevique a la que siguió bien de cerca, y apodado por la burguesía italiana como "el Papa Rojo" debido a sus encendidos ideales anti-burgueses) o Pavolini (luchador incansable del "ala izquierda" del partido) reafirmaron el carácter puramente revolucionario del movimiento.

Bombacci se adhiere al fascismo en los tiempos dificiles (previos a la derrota final) y recorre las fábricas promoviendo la socialización. Un Bombacci fiel a sus ideas hasta la muerte, y que gritaría ante sus verdugos, con la mirada serena y valiente, ¡Viva el socialismo! segundos antes de morir acribillado. 

No fue el único izquierdista que abrazó el fascismo, a él se le suman reconocidos antifascistas, socialistas y comunistas, que vieron con esperanza el giro dado por Mussolini. Así personajes como Walter Mocchi (uno de los más destacados intelectuales de izquierdas, soreliano, cofundador del partido comunista italiano), el insigne jurista Rolandi Ricci, filósofos como Gentile o Edmondo Cione, el socalista Cario Silvestri (acérrimo enemigo de Mussolini durante el Ventennio), confluyeron y dieron su apoyo definitivo a la República Social, en la que veían materializados sus sueños de una verdadera República de Trabajadores. [6]

A propósito del objetivo del hilo no podía faltar hacer especial mención al Manifiesto de Verona, manifiesto declarado en la República Social Italiana del 14 al 16 de Noviembre y qué declararía diversos puntos que no solo desmienten el carácter peyorativo que los sistemas capitalistas y marxistas han tratado de vender durante años a toda la población mundial sobre qué cosa es el fascismo, sino que constituye uno de los momentos culmines por así denominarlo de el mayor esplendor de expresión política del fascismo. A continuación pasamos a dar a conocer los puntos más revelantes del mismo:

3

La Constitución republicana deberá asegurar a los ciudadanos, soldados, trabajadores y contribuyentes el derecho de control y de crítica responsable sobre los actos de la administración pública. Cada cinco años el ciudadano será llamado a pronunciarse sobre el nombramiento del Jefe de la República.
Ningún ciudadano arrestado en acto flagrante o detenido por medida preventiva, podrá ser retenido más de siete días sin una orden de la autoridad judicial. Salvo en caso de acto flagrante, incluso para los registros domiciliarios será necesaria una orden de la autoridad judicial.
En el ejercicio de sus funciones, la Magistratura actuará con plena independencia.

4

La negativa experiencia electoral, ya realizada en Italia y la experiencia parcialmente negativa de un método de nombramientos demasiado rígidamente jerarquizado; contribuyen ambas a una solución que concilie las exigencias contrapuestas. Un sistema mixto – por ejemplo: elección popular de los representantes a la Cámara y nombramiento de los ministros por parte del jefe de la República y del Gobierno. Mientras que en el Partido: elecciones de Fascio, salvo la ratificación y el nombramiento del Directorio Nacional por parte del Duce – parece el más aconsejable.

9

La base de la República Social y su objeto primario es el trabajo: manual, técnico e intelectual en cada una de sus manifestaciones.

10

La propiedad privada, fruto del trabajo y del ahorro individual, complemento de la personalidad humana será garantizada por el Estado. Sin embargo, la propiedad no debe convertirse en desintegradora de la personalidad física o moral de otros hombres, por medio de la explotación laboral.

11

En la economía nacional todo aquello que, por dimensión o función, exceda el interés individual para entrar en el interés colectivo, pertenecerá a la esfera de acción que le es propia al Estado. Los servicios públicos y, por lo general, la industria militar deberán ser gestionados por el Estado, a través de entidades para-estatales.

12

En cada empresa (industrial, privada, para-estatal o estatal) los representantes de los técnicos y de los obreros cooperarán estrechamente (a través de un conocimiento directo de la gestión) en la equitativa fijación de los salarios; así como al reparto equitativo de los beneficios, entre el fondo de reserva, la renta del capital accionarial y la participación en los beneficios mismos por parte de los trabajadores. En algunas empresas esto podrá darse con una extensión de las prerrogativas de las actuales comisiones de fábrica, compuestas por técnicos y obreros, con un representante del Estado; en otras incluso, en forma de cooperativa para-sindical.

15 

Lo de la casa no es solo un derecho de propiedad, es un derecho a la propiedad. El partido inscribe en su programa la creación de un Ente nacional para la “Casa del Pueblo”, el cual, absorbiendo el instituto existente y ampliando al máximo la acción, provee dar en propiedad la casa a las familias de los trabajadores de todas las categorías, mediante la construcción directa de nuevas viviendas, o la recompra gradual de las existentes.

16

El trabajador será inscrito de oficio en el sindicato del gremio(8), sin que ello le impida transferirse a otro sindicato, cuando cumpla los requisitos.
Los sindicatos convergen en una única confederación que comprende a todos los trabajadores, técnicos y profesionales, con exclusión de propietarios que no sean directores o técnicos. Llamada Confederación General del Trabajo, de la Técnica y de las Artes. Los trabajadores dependientes de las industrias del Estado y de los servicios públicos conforman sindicatos gremiales(8) como cualquier otro trabajador. 
[4]

Un régimen denostado por liberales y marxistas pero que supuso un avance en materia social y un ejemplo claro de lo que podía haber sido el fascismo si no hubiese sufrido una derrota militar... no en vano "se socializaron en el plazo de unos meses más de 80 empresas, que en conjunto empleaban a unos 150.000 trabajadores. La política de transferencia de la propiedad de las viviendas obreras era una realidad (días antes del final de la guerra seguían adjudicando viviendas), mientras que la participación de los obreros en las empresas era un hecho." 
Tampoco podía faltar por supuesto la alusión de la carta del trabajo, redactada el 29 de Abril de 1927, que proclama explícitamente los principios y propósitos de la teoría económica del Fascismo y el establecimiento del Estado Corporativo Nacionalista y Autárquico, la organización colectiva de los trabajadores, en dirección a la defensa de sus intereses y de mejores condiciones de trabajo, en perfecta armonia entre los empleadores y los intereses de la Nación sin lucha de clases. * 
Muchas de las conquistas laborales actuales como el seguro social, vacaciones remuneradas, préstamos para vivienda,etc; eran una realidad en la Italia Fascista, mientras que en las Democracias burguesas occidentales y la Unión Soviética eran inexistentes.* 

Pasamos a relatar los puntos más interesantes y revelantes del mismo:


4
En el contrato colectivo de trabajo es la expresión concreta de la solidaridad entre los varios factores de la producción, mediante la conciliación de los intereses opuestos de los patronos y de los trabajadores, y su subordinación a los intereses superiores de la producción.

6

Las asociaciones profesionales legalmente reconocidas garantizan la igualdad jurídica entre los patronos y los trabajadores, mantienen la disciplina de la producción y del trabajo y fomentan su perfeccionamiento. Las* Corporaciones* constituyen* la* organización unitaria de las fuerzas de la producción y representan integralmente sus intereses.
**** En virtud de esta representación integral, siendo los intereses de la producción intereses nacionales, las Corporaciones están reconocidas por la *ley como órganos del Estado.
**** Como representantes de los intereses unitarios de la producción, las Corporaciones pueden emanar normas obligatorias sobre la disciplina de las relaciones de trabajo, así como sobre la coordinación de la producción, siempre que las asociaciones confederadas les hayan otorgado los poderes necesarios.

7

El Estado corporativo considera la iniciativa privada en el campo de la producción como el medio más eficaz y más útil para el interés de la Nación. Siendo la organización privada de la producción una función de interés nacional, el organizador de la empresa es responsable frente al Estado de la orientación de la producción.
**** De la colaboración de las fuerzas productivas deriva la reciprocidad de derechos y deberes entre ellas. El trabajador en general, sea técnico, empleado u obrero, es un colaborador activo de la empresa económica, cuya dirección está a cargo del patrono, que es el responsable.

17

En las empresas de trabajo continuo, el trabajador, en caso de cese en las relaciones de trabajo, por despido sin culpa, tiene derecho a una indemnización proporcionada a los años de servicio. Dicha indemnización también es debida en caso de muerte del trabajador.

27

El Estado fascista propone: *
1) El perfeccionamiento del seguro contra los infortunios;
2) El mejoramiento y la extensión del seguro de maternidad;
3) El seguro contra las enfermedades profesionales y contra la tuberculosis, como tránsito hacia el seguro general contra todas las enfermedades;
4) El perfeccionamiento del seguro contra la desocupación involuntaria.
5) La adopción de especiales formas de seguros totales para los jóvenes trabajadores.
[5]


Sobre el Nacional Socialismo


De la misma forma, y como no podía ser de otra manera, también introduciremos el nacional socialismo en el objeto de estudio, dando a conocer su origen.

* Nos centraremos mayormente en el origen del nacional socialismo en cuanto a partido y líder se refiere, es decir, omitiendo las raíces que conformó la Konservative Revolution.


En el mes de enero de 1919, Anton Drexler, de profesión herrero, y otros líderes de los incipientes movimientos obreros alemanes fundaron el Deutsche Arbeiterpartei(Partido de los Obreros Alemanes). La fundación de este partido se encuadraba en la corriente general de movilización de los trabajadores europeos que había comenzado ya en el siglo XIX y que había experimentado un auge muy notable a partir de la Revolución Rusa de 1917; igualmente, y en clave ya más doméstica, la fundación del Partido de los Obreros Alemanes era una respuesta a la situación planteada tras el humillante armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial y la subsiguiente y fallida República de Weimar, que habían sumido a Alemania en una crisis económica de monstruosas proporciones.


Anton Drexler*
Un joven cabo del Ejército Alemán que llegaría después a hacerse incluso más famoso que Benito Mussolini, llamado Adolf Hitler, simpatizó en seguida con las ideas delDeutsche Arbeiterpartei y entró a militar en el mismo como su afiliado nº 7 (fuentes más fiables afirman que era el afiliado 555, aunque al parecer la cuenta de afiliaciones se iniciaba en el 500 para simular que eran muchos, cuando en realidad eran sólo un puñado). Gracias a su habilidad política y a su magnetismo personal, el joven Hitler escaló rápidamente posiciones en el incipiente Partido Obrero hasta que, en 1925, fue elegido jefe del partido, que fue refundado con el nuevo nombre dePartido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores.

Cinco años antes, en el primer mitin del partido, que tuvo lugar en Munich, Hitler había leído el Programa del Partido, escrito por Drexler y por él mismo, programa basado en el völkisch, un nacionalismo que intentaba, como el fascismo italiano, pescar en las aguas del descontento popular con las condiciones de Versalles. He aquí algunos de los puntos del programa, referidos a la intervención del Estado en la economía:

10

El primer deber de todo ciudadano debe ser el de ejercer una actividad intelectual o física. La actividad de los particulares no debe contrariar el interés general, sino que debe acomodarse dentro del marco del conjunto y para el provecho de todos.

He aquí porqué reivindicamos:

11

La supresión de los ingresos [obtenidos] sin trabajo ni esfuerzo. La abolición de la servidumbre de los intereses.

12

En vista de los enormes sacrificios que toda guerra impone al Pueblo, tanto sobre sus bienes como sobre su sangre, debe considerarse como un crimen cometido contra el Pueblo el enriquecimiento personal debido a la guerra. Por esta razón, Reivindicamos la confiscación total de todos los beneficios de guerra.

13

Reivindicamos la estatización de todas las empresas que han existido hasta el presente bajo la forma de Sociedades (Trusts).

14

Reivindicamos la participación [de los asalariados] en los beneficios de las grandes empresas.

15

Reivindicamos un generoso sostenimiento para los ancianos.

16

Reivindicamos la creación y protección de una sana clase media. La transferencia a las comunas de todos los grandes almacenes y el alquiler a precios bajos de sus locales a pequeños industriales, la rigurosa atención de todos los pequeños industriales por la provisión por parte del Estado, de los Länder o de las comunas.

17

Reivindicamos una reforma agraria adaptada a nuestras necesidades nacionales, la promulgación de una ley que sustente la expropiación sin contrapartida de los bienes raíces en provecho de empresas de utilidad pública. La abolición de la renta territorial y la prohibición de toda especulación con bienes raíces.

[…]

20

Con el objeto de permitir a todos los alemanes capaces y diligentes alcanzar un nivel de formación superior y acceder a puestos de responsabilidad, corresponde al estado emprender el desarrollo sistemático del conjunto de la educación del pueblo. […]

21

Corresponde al Estado mejorar la sanidad pública protegiendo a la madre y al niño, y prohibiendo el trabajo de los jóvenes, […]


Puedes leer el programa completo en castellano aquí:

Programa

El auge del Partido Nazi se explica, como el del Fascio italiano, por el descontento de las capas más pobres de la sociedad alemana, humillada tras el tratado de Versalles y sumida en una crisis que la fallida República de Weimar no había sabido atajar. El mensaje populista de Hitler conectó con aquella población cansada de políticos a quienes se juzgaba aburguesados y comodones y, fruto de todo ello, el Partido Nazi resultó el más votado en las elecciones de 1933, por lo que el presidente Hindemburg (que pertenecía a una coalición de partidos de derecha y era de condición monárquica) no tuvo más remedio que nombrar Canciller a Hitler.

Como hemos visto, existen una serie de características comunes al Fascismo y al Nazismo:

- Ambos fueron fundados por políticos formados en la militancia socialista, los cuales encarnaron el ala más extremista dentro de sus respectivos partidos. De hecho, el partido de Hitler conservó la denominación de Socialista durante toda su existencia.

- Ambos basaron su discurso en un nacionalismo exacerbado y en un izquierdismo radical, favorable a la nacionalización de la banca y la industria, la redistribución de la tierra y el intervencionismo del Estado en el funcionamiento económico del país, de forma semejante a la línea marcada por la doctrina marxista pero con mayor libertad.

- Ambos abogaron por la nacionalización de la educación al objeto de inculcar los valores de partido en los más jóvenes, punto programático que está en los genes ideológicos de la izquierda y que ya había sido teorizado, por ejemplo, por Gramsci.

- Ambos se manifestaron, por encima de todo, contrarios al parlamentarismo democrático burgués.
Ambos explotaron el descontento creado en sus respectivos países por los tratados de Versalles, e identificaron a sus impulsores (fundamentalmente Inglaterra, Francia y los Estados Unidos) con la causa de los males de sus respectivos pueblos.

- Ambos hubieron de desplazar, empleando medios generalmente violentos, al resto de partidos de izquierda de sus respectivos países, fenómeno que ha sido una constante en la historia de los partidos hegemónicos de izquierdas y que tuvo su máxima expresión en la eliminación de los mencheviques por los bolcheviques en el periodo 1912 – 1917. Otro ejemplo puede encontrarse en el exterminio del anarquismo español del POUM por el Partido Comunista de España con el apoyo de Stalin.

- Ambos ascendieron al poder aupados por el voto de las clases proletarias, con un mensaje violentamente antiburgués y cultivaron un populismo parecido al populismo de la izquierda pero sin caer en el error de clases.


Durante el último tercio del s. XIX y primer tercio del s. XX, Europa asistió a la articulación de las ideas de izquierda en forma de grandes movimientos campesinos y obreros que condujeron a dos tipologías muy claras de partido: los partidos socialistas nacionalistas y los partidos socialistas internacionalistas. Tras arduas luchas intestinas, en Alemania e Italia salieron triunfantes los partidos socialistas nacionalistas, mientras que en Rusia se impusieron los socialistas internacionalistas. El resultado final de la contienda situó al socialismo internacionalista en el bando de los vencedores y al socialismo nacionalista en el de los perdedores, por lo que se identificó a éste, ya caído e inerme, con todos los males, mientras que aquél gozó del tiempo y los recursos para revestirse de una gruesa capa de propaganda que, aún hoy, pugna por mantener oculta ante los ojos de la sociedad occidental su condición totalitaria.

[1] “Principios de la acción fascista - *Michel Schneider “
[2] “Fascismo conquista proletaria – Escrito por obreros italianos fascistas”
[3] “El fascismo que vino de la izquierda – Jaume Farrerons”
[4] “Manifiesto de Verona – Partido fascista republicano”
[5] “Carta del trabajo – Partido fascista republicano”

[6] "Fascismo revolucionario - Erik Norling"

El post está sujeto a cambios, en aras de proporcionar un mayor conocimiento al lector sobre el origen del fascismo, a menudo que vaya encontrando más fuentes y puntos interesantes que corroboren la esencia del hilo.

1 comentario:

  1. Das un salto desde 1919 (el programa de los Fasci italiani di combattimento, al igual que la Carta del Carnaro, fue escrita por Alceste De Ambris, un anarquista confundido que pronto se alejó del Duce) hasta 1943 (el Manifiesto de Verona no tuvo ninguna aplicación práctica, Italia no estaba en condiciones de llevar a cabo semejante experimento, para empezar, porque ni siquiera detentaba el poder para ese entonces; mandaba la Wehrmacht en esa pequeña porción -al norte- del territorio italiano). Hay nada más que 24 años en el medio (de ejercicio pleno del Poder), jaja. Reducir el fascismo a dos manifiestos que no tuvieron ninguna concreción práctica (como si eso fuera el "verdadero fascismo"), es ridículo (actitud típica de izquierdistas camuflados). Si bien surgido desde la izquierda, la Tercera Posición fascista es una opción superadora de la lógica tramposa izquierda-derecha. Como bien dijo José Antonio: no somos de derecha ni de izquierda, mucho menos de centro, sino que por Arriba está la solución.

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